Harry Potter and The Hidden Legacy

𝐈𝐈𝐈

Sus piernas temblaban, era algo común tras el esfuerzo. Aunque se trataba de algo divertido, una distracción entre amigos, siempre llegaba el cansancio al terminar, así que Lisever se recostaba con los ojos cerrados mientras escuchaba a Draco jadear y quejarse por terminar más rápido que él.

Pansy reía mencionando lo infantil que podía llegar a ser el chico por no ganar una carrera, le salpicaba agua en el rostro y se sumergía bajo el agua, nadando como si de una sirena se tratase.

Se había convertido en una actividad recurrente desde hacía un año cuando robaron la contraseña del baño de prefectos. Sin embargo no fue hasta que Draco y Lisever fueron nombrados prefectos que pudieron pasar cada sábado en la mañana en la enorme bañera que era más como una piscina.

El agua se mantenía tibia y era relajante, a pesar de estar cansada por la carrera, el agua relajaba sus músculos. Pansy se había colgado al cuello de Draco, intentando hacerlo sonreír con besos que el aceptaba sin queja. Crabbe y Goyle solo miraban de reojo a Lisever, como si a ella se le pasara por la mente hacer lo mismo con alguno de los dos.

Claro que sí quisiera besar a alguien en esa sala definitivamente optaría por Draco o por Theodore, inclusive besaría a Pansy. Al fin y al cabo la chica había sido su primer beso, algo corto e inocente a la edad de trece años mientras jugaban "verdad o reto" en su habitación con sus amigas.

La verdad era que Lisever ya era feliz así, sola, sin besos. No podía recordar a un chico que le gustase además de Draco en su primer año, despues de eso no volvió a interesarse en nadie, ni chicos ni chicas. Aún así, seguía conmocionado por la reacción de Harry Potter el día anterior, lo había mantenido en su cabeza toda la noche, dando vueltas y preguntándose ¿Porque ella? Sabía que no era la gran cosa. Se parecía más a su padre de lo que ella quisiera lo que apartaba a todos a excepción de sus amigos, los que la conocían y la hacían brillar... Se destacaba gracias a ellos.

Por ello no encontraba una razón plausible por la que Potter tuviese una erección con solo escuchar las notas de su voz. También se cuestionaba si el tocarle le pierna había sido a propósito, con la intención de saber cuánto aguantaría el chico en su presencia, pero Lisever no era así.

O quería pensarlo, podría actuar a sombra de su padre pero nunca ser él, claro que lo amaba, la había criado y enseñado todo lo que sabía. Lisever era todo lo contrario a él, absolutamente todo.

Y guardaba cada una de sus enseñanzas, grabadas en su mente, como las que compartía con su madre:

"-Los hombres van a querer solo una cosa de ti, Lisever, tu eres pura como un ángel, no debes dárselas."

Por supuesto que sabía a lo que se refería, y para prueba estaba Potter quien la empezaba a ver cómo un agujero donde meter su miembro. A pesar de haber sido amable y empática, le daba asco pensar que solo la verían como un objeto, y a la vez le intrigaba saber hasta qué punto llegaría el joven si le daba la oportunidad.

Nada de eso lo decía en voz alta, eran pensamientos privados, el pequeño mundo formado en su cabeza, completamente suyo. Aún así, no pudo evitar sonrojarse antes de sumergir en totalidad su cabeza en el agua intentando ahogar los pensamientos que se apoderaban de su mente mientras burbujas de aire escapaban de su boca poco a poco hasta emerger de nuevo a la superficie donde Draco ya le tendía una mano.

-¿No vienes Lisever? -pregunto Pansy, secándose el cabello con una toalla blanca, ya había cubierto su cuerpo con una bata para evitar las miradas morbosas de Crabbe y Goyle aunque claro, ninguno se atrevería a mirar de esa forma a la novia de Draco.

-Me quedare aquí un rato más-dijo Lisever con una sonrisa-. Los veré en Hogsmeade.

Draco alejo la mano, acomodando la toalla que llevaba amarrada en la cintura, el cabello le caía mojado por la frente y las gotas de agua se reflejaban en su palida piel. Lisever sabía que muchas chicas matarían por verlo así, ella misma pensaba que Draco era un sueño y a veces se preguntaba cómo se sentiría delinear su abdomen apenas marcado por el ejercicio que requiera el Quidditch.