𝐕𝐈𝐈

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Uso su brazo para sostener su peso sobre la puerta, se seguía sintiendo sumamente culpable de hacerlo, pero la exitacion nublaba su juicio, apretaba su miembro con su mano, masajeandolo con rapidez. Su otra mano se cerraba sobre la puerta cuando sentía los calambres del orgasmo, pegó su frente a la fría pared, cerrando los ojos, abriendo la boca que contenía un jadeó, solo podía pensar en que tan cerca había estado esa noche de Lisever, como su cuerpo había rozado con su erección y sus manos se habían asido a su cintura, creando mil escenarios donde perdía el control. Escenarios donde ella se acercaba más y sin tocarlo con sus manos lo hacía llorar de placer.

Cerró por completo el puño que lo sostenía, embistiendo contra su propia mano, siguiendo con la loca fantasía de las piernas de Lisever apretando su cintura hasta que se sentía temblar. Su mano terminó empapada mientras intentaba regular su agitada respiración, aumentando su cargo de conciencia. Ella estaba siendo tan inocente con él y él era un maldito pervertido que solo pensaba que tan cerca podría estar de su cuerpo caliente.

Hombre que había intentado que no fuese así, pensó en las chicas que consideraban atractivas. Lo intento pensando en Fleur, en Cho, hasta se avergonzó por si quiera intentarlo con Hermione pero no había manera de que su miembro reaccionara. Algo debía tener Lisever que lo llevaba al borde de la locura, lo peor es que ni siquiera lo intentaba, no se esforzaba ni le daba motivos, sin embargo ahí estaba él, imaginado sus cuerpos unidos y su piel desnuda que se sentiría como el cielo.

Se limpio el sudor de la cara, dejandose caer al suelo, sintiendose asqueroso, no solo por el líquido pegajoso en su mano. No podía evitar el sentimiento de ser un depravado siempre que terminaba con Lisever en su mente, y eso era lo único que había hecho desde que comenzó su despertar sexual.

Cubrió su rostro con sus manos por ser tan estúpido, pensando que ella seguramente estaría durmiendo plácidamente mientras él no podía pegar ojo desde hacía mucho, y de nuevo no era culpa de ella. Es que ya no se lo merecía, al principio se negaba a aceptar sus deseos porque era hija de Snape, porque seguramente sería una Slytherin traicionera igual que todos los de su casa. Ahora sabía que no era así, había sido dulce y amable, tan linda repartiendo caramelos y buscando hongos que saltaban, con la risa tan contagiosa y regalándole una pequeña flor que guardo entre los cajones de su cómoda.

Luego estaba ese sentimiento raro al recibirla, algo que no fue exitación, era ternura, ya lo había acepatado, no era como su padre ni como Malfoy... solo era ella. Y eso que sentía ahora, a parte de asco hacía él mismo, lo confundía. Se incorporo, abriendo el grifo de la ducha, si bien pudo hacer eso desde el principio, se guió más por sus instintos y las fantasías que había creado, sabía que por la mañana no podría mirar a Lisever a los ojos, que comenzaría a evitarla una vez más, a decir verdad ya no quería eso.

Cuando volvió a la cama, imploró que su miembro permaneciera flácido y que ningun pensamiento llegara a perturbar su sueño. Dio vueltas en la cama, intentando conciliar el sueño imaginando como iniciaria sus clases de Defensa ahora que Dobby le había contado de un buen lugar para llevarlas a cabo. Quizá era la emoción combinada lo que le impedía cerrar los ojos pero finalmente, después de lo que creyó una hora, pudo dormir.

Despertando con la respiración agitada, aunque sin erección, claro que había soñado con Lisever, sin embargo no los sueños obscenos donde la embestía, más bien uno donde la encontraba en esa aula secreta y ella se acercaba con la confianza que tenía hasta tocarle el rostro, ardiendo por donde rozaban sus dedos, hasta acercar sus labios tan dulcemente que rogaba por más de esa suavidad íntima y casta, lo que sin duda le hacía ruborizarse más.

(***)

Se límito a comer su desayuno en silencio entre todas las voces del comedor, ya les había comentado a sus amigos sobre la sala de la que Dobby había hablado. Hermione por supuesto no creyó en que sería una buena idea si venía por parte del elfo hasta que comentó que Dumbledore también la conocía, solo así logró convencerla. Solo quedaba avisarles a los miembros sobre la hora y el lugar de la reunión.

Harry Potter and The Hidden LegacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora