𝐕𝐈

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—Ya te dije que he tropezado —explico Lisever antes de soltar un ligero quejido cuando la enfermera extrajo otro pedazo de vidrio de su frente.

—Lisever te conozco de toda la vida para saber lo cuidadosa que eres —Draco estaba a su lado, tomándole la mano como si estuviera en sus últimos momentos de vida—. No esperes que crea eso.

—Pues es lo que ha ocurrido —mintió Lisever, cerrando los ojos para evitar que la gota de sangre que le resbalaba por las ceja no entrara en este.

—Tambien se cuando mientes —susurró, acercandose para ver su herida.

—Señor Malfoy alejese, dificulta mi trabajo.

—Es cierto ¿No deberías estar en clase? —preguntó Lisever, había llegado hacía menos de 10 minutos, haciendo un alborotó sobre porque y como Lisever había terminado en la enfermería, dispuesto a encontrar culpables.

Lisever no había dicho nada sobre la verdad de lo que Harry Potter hizo, para cuándo pudo abrir al menos uno de sus ojos sin temor a quedarse ciega por la tinta, el chico ya no estaba. Con la cara llena de tinta secándose, la frente chorreando sangre y solo la visión de un ojo, pudo llegar a la enfermería. Creía que sería un procedimiento sencillo, limpiar y cerrar la herida, sin embargo Madame Pomfrey llevaba sacando pequeños pedazos del vidrio con ayuda de su varita, explicando que de no hacerlo se quedarían ahí provocando más daño. La forma en que Draco se había enterado que estaba en la enfermería era un total misterio, aunque quizá algún retrato chismoso lo comentó cerca de él.

—Señor Malfoy si está aquí para evitar las clases le pediré que se vaya —dijo Madame Pomfrey, sacando el último cristal—. A menos que esté enfermó, si no es así, retirese y regresé cuando sea su tiempo libre.

—Más le vale que no le quede una cicatriz —bufó Draco, saliendo de la enfermería. Lisever sabía que dentro de nada su padre también estaría al tanto. Lo que le molestaba era que no se enterará por ella.

—Por supuesto que no quedará con cicatriz —afirmó la enfermera con indignación—. Mi trabajo es impecable y meticuloso. Ahora, señorita Snape, le ruego que permanezca quieta mientras aplico esta poción curativa para acelerar el proceso de sanación y prevenir cualquier posible infección.

Lisever asintió y cerró los ojos al sentir la viscosa poción en su herida. Conocía bien esa poción, ya que su padre la había utilizado en sus heridas cuando era niña y se metía en líos. A lo largo del tiempo, se había acostumbrado al picor que esta causaba al cerrar la piel. Madame Pomfrey invocó un espejo, confirmando que no quedaba más que una mancha rojiza que desaparecería en un par de horas, permitiéndole salir de la enfermería rápidamente.

Una parte de ella estaba un poco enojada por el comportamiento de Harry. No era culpa de ella que él tuviera esos pensamientos, ya que ni siquiera le había dado motivos para tenerlos. Aunque entendía que tal vez tocarle el hombro nuevamente fue excesivo, especialmente después de haber recibido un golpe de Harry para mantenerla alejada y, ahora, una herida más contundente. Para ambos sería lo mejor dejar el asunto atrás. Lisever tomaría distancia si eso hacía feliz a Harry.

Pero entonces, no tenía sentido verlo al final del pasillo de la enfermería, estaba allí, jugando ansiosamente con sus manos y mirándola con una mezcla de preocupación y duda en sus ojos.

Lisever suspiro, sintiendo esa determinación desvanecerse, porque Potter todavía le causaba curiosidad, sin mencionar que tenía la estupida y maldita costumbre de querer agradarle a todos, el no era la excepción. Aun cuando la dejo sola con la cara sangrante, necesitaba validación de su parte, lo que la hacia sentir estúpida, preguntandose hasta que punto llegaria para complacerlo...

Harry Potter and The Hidden LegacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora