Un mes después, la tensión que una vez acechó entre Martina y Cristina había disminuido considerablemente. Su amistad se había reafirmado, como si el tiempo hubiera curado cualquier herida que quedara. Martina se había mantenido firme en su decisión de alejarse de las drogas, y su enfoque en el baloncesto había dado sus frutos. Por otro lado, Cristina había brillado en las competiciones de natación y debates, demostrando su capacidad y determinación.
Una tarde soleada, mientras caminaban juntas después de clases, Cristina decidió compartir una noticia con sus amigas.
Cristina: (sonriendo) Chicas, tengo algo que contarles.
Laura: (entusiasmada) ¡Dinos, Cristina! ¡No nos dejes con la intriga!
Lucía: (asintiendo) Sí, cuentanos.
Cristina: (respirando hondo) Bueno, he decidido darle una oportunidad a Carlos. Acepté su invitación para salir.
Lucía: (sorprendida) ¡Eso es genial, Cristina! Me alegra que estés dispuesta a abrirte a nuevas posibilidades.
Laura: (entusiasmada) ¡Exacto! Carlos es muy agradable, seguro que pasarán un buen rato.
Mientras Laura y Lucía expresaban su alegría por la noticia, Martina se quedó en silencio, sintiendo un nudo en el estómago. La sensación de celos comenzó a agitarse en su interior, sorprendiéndola por completo.
Martina: (forzando una sonrisa) Eso suena emocionante, Cristina. Me alegro por ti.
Cristina: (notando la tensión) Martina, ¿estás bien?
Martina: (evitando la mirada de Cristina) Sí, claro. Solo... no quiero ser una entrometida en tus asuntos.
Laura y Lucía compartieron miradas, conscientes de la reacción de Martina. Decidieron cambiar el tema para aliviar la tensión en el aire.
Laura: (rápidamente) Oye, ¿recuerdas que tenemos que presentar nuestro proyecto de historia pronto?
Lucía: (asintiendo) Sí, necesitamos ponernos a trabajar en eso.
Cristina: (asintiendo) Tienen razón. Hagamos lo mejor posible en el proyecto.
El resto del camino transcurrió en conversaciones más ligeras, pero el silencio incómodo entre Martina y Cristina persistió.
La amistad entre Martina y Cristina seguía creciendo, pero no todo estaba exento de dificultades. Martina se había enfrentado a emociones desconocidas cuando Cristina anunció su decisión de darle una oportunidad a Carlos. Aunque había intentado ocultar su incomodidad, los celos habían hecho su aparición de manera inesperada.
Sin embargo, las tensiones no se quedaron en el pasado. Una noche, llena de rabia y desesperación, Martina tomó la decisión de salir de fiesta a pesar de ser un jueves. La necesidad de escapar de sus propios pensamientos la llevó a besarse con la primera chica que encontró. Más tarde, una pelea la dejó malherida, con una nariz rota y el pómulo fracturado. El dolor físico parecía ser la única forma de ahogar sus emociones tumultuosas.
Al día siguiente, incapaz de enfrentarse a la escuela, Martina decidió quedarse en casa. A pesar de las preocupaciones de sus amigas, rechazó cualquier intento de comunicación. El fin de semana llegó y su teléfono sonaba constantemente con mensajes y llamadas de Laura y Lucía, preocupadas por su ausencia. Martina respondió con un mensaje breve, expresando su deseo de descansar y estar sola.
El lunes, el aspecto de Martina había cambiado drásticamente. Con un ojo morado, el pómulo hinchado y una nariz cubierta de puntos, se enfrentó a sus amigas que la abordaron con preocupación.
Laura: (sorprendida) ¡Dios mío, Martina! ¿Qué te pasó?
Lucía: (preocupada) ¿Estás bien? ¡Tus heridas se ven bastante mal!
Martina: (respondiendo con frialdad) Estoy bien, chicas. No es gran cosa.
Aunque sus amigas no estaban convencidas, Martina continuó su camino hacia clase, tratando de ignorar las miradas de preocupación que la seguían.
Durante un intercambio de clases, Martina notó a Cristina tonteando con Carlos. La rabia volvió a arder en su interior, y estuvo a punto de irse, pero Laura la detuvo y la llevó a un rincón apartado.
Laura: (firme) Martina, no puedes seguir escondiendo lo que te está pasando. Cuéntame qué sucedió.
Martina: (suspirando) Está bien, Laura. No puedo seguir fingiendo.
Martina finalmente le contó a Laura sobre su noche de descontrol y su intento de evadir sus emociones. Laura escuchó atentamente, luego la miró con seriedad.
Laura: (seria) Martina, esto no es la solución. Hacer daño a tu cuerpo solo empeora las cosas. Debes aprender a lidiar con tus emociones de una manera más saludable.
Martina: (bajando la mirada) Lo sé, pero no sé cómo enfrentar todo esto. No quiero ver a Cristina con otros chicos.
Laura: (suavemente) Martina, has confiado en nosotros, y eso es un gran paso. No tienes que enfrentarlo sola. Permítenos ayudarte.
Martina asintió, sintiendo un nudo en la garganta. Laura la abrazó y le aseguró que sus amigos estaban allí para apoyarla.
El capítulo culmina con un mensaje de Martina a Cristina, pidiéndole que vaya a su casa ya que sus padres estarían fuera durante unos días.
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Cruce de corazones
Novela Juvenil"En su último año de secundaria, Martina, una chica rebelde, y Cristina, una alumna brillante, descubren un amor impredecible mientras sus personalidades opuestas chocan y se complementan, tejiendo una historia de pasión y descubrimiento en un mundo...