Capítulo 13: Confesiones bajo las Estrellas

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La fiesta de cumpleaños de Laura estaba en su punto máximo. El lugar alquilado en medio del monte creaba un ambiente mágico, con luces parpadeantes y risas llenando el aire. Todos los amigos se habían unido para celebrar el cumpleaños número 17 de Laura.

Después de los regalos y la tarta, el ambiente cambió cuando alguien propuso comenzar a beber. Las bebidas alcohólicas fluían y pronto la risa se volvió más estridente y las inhibiciones se desvanecieron. La fogata ardía con un fulgor cálido mientras todos compartían historias y momentos de diversión.

Lucía, siempre la instigadora, propuso jugar a "Prueba o Verdad" para subir la apuesta de la diversión. El grupo se reunió en torno a la fogata, y las preguntas y pruebas comenzaron a volverse más osadas y atrevidas.

Lucía: (mirando a Martina) ¡Martina, verdad o prueba!

Martina: (riendo) ¡Vamos a por la verdad!

Lucía: (con una sonrisa traviesa) ¡Dinos cuál es tu mayor secreto embarazoso!

Martina: (sonrojándose) ¡Eso es difícil! Creo que una vez me caí en medio de la calle porque tropecé con una piedra invisible.

Lucía: (riendo) ¡Esa es buena! ¡Vamos, sigamos con la diversión!

Lucía: (mirando a Laura) ¡Laura, verdad o prueba!

Laura: (riendo) ¡Prueba!

Lucía: (con una sonrisa maliciosa) ¡Baila tu canción favorita como si estuvieras en un escenario frente a miles de personas!

Laura aceptó el desafío con entusiasmo y comenzó a moverse al ritmo de la música imaginaria, haciendo reír a todos.

Carlos: (mirando a Lucía) ¡Lucía, verdad o prueba!

Lucía: (decidida) ¡Verdad!

Carlos: (con picardía) ¿Alguna vez has tenido una cita a ciegas? Si es así, cuéntanos cómo fue.

Lucía: (riendo) ¡Sí, tuve una vez! Pero el chico llegó tarde y resultó que teníamos muy poco en común. Fue una experiencia interesante.

Las preguntas y pruebas continuaron, cada una sacando risas y revelaciones sorprendentes. Después de un rato, Martina notó que Cristina se alejaba del grupo, visiblemente borracha. Preocupada, decidió seguir a Cristina para asegurarse de que estuviera bien.

Martina encontró a Cristina en un lugar más apartado del campamento, tambaleándose un poco. Martina se acercó rápidamente y la sostuvo.

Martina: (preocupada) Cristina, ¿estás bien?

Cristina: (riendo) ¡Sííí, Martinaaa! ¡Estoy genial!

Martina decidió que sería mejor llevar a Cristina a un lugar tranquilo para que pudiera descansar. Con cuidado, la ayudó a sentarse en una manta, y ambas miraron las estrellas.

La conversación se volvió más tranquila, más íntima. Cristina habló de sus sueños y Martina compartió algunas de sus historias personales más divertidas.

Cristina: (mirando a Martina) Sabes, Martina, siempre has estado ahí para mí. Eres como mi ancla en medio de las tormentas.

Martina: (con una sonrisa suave) Y tú has sido mi inspiración para superar mis miedos. Nuestra amistad significa mucho para mí.

Cristina: (suspirando) A veces me pregunto cómo sería si las cosas fueran diferentes entre nosotras.

Martina: (curiosa) ¿A qué te refieres?

Cristina: (mirando a Martina) A veces, siento que hay algo más que solo amistad. Algo que no puedo ignorar.

Martina: (con ternura) Cristina, yo también he sentido eso. Pero no quiero que hablemos de esto ahora, en tu estado.

Cristina: (con una pequeña risa) Supongo que tienes razón. Es solo que... quería que lo supieras.

Martina: (tomando su mano suavemente) Lo sé, y estoy aquí para ti, siempre. Pero por ahora, tal vez deberíamos simplemente disfrutar de esta noche y luego ver cómo nos sentimos cuando estemos sobrias.

Cristina: (asintiendo) Tienes razón, como siempre.

Se quedaron allí, acurrucadas bajo las estrellas, compartiendo un momento íntimo y especial.

Finalmente, el cansancio las venció y decidieron que era hora de retirarse a sus tiendas para descansar. 

Al día siguiente, el sol comenzó a filtrarse a través de las tiendas de campaña, despertando a Martina y Cristina. Se encontraron en las tiendas, aún sintiéndose un poco somnolientas por la noche anterior.

Cristina se movió un poco y miró a Martina con curiosidad.

Cristina: (con una sonrisa) Oye, Martina, ¿qué pasó anoche? Tengo recuerdos vagos y me gustaría saber.

Martina no pudo evitar sonreír ante la expresión de Cristina y su voz un poco ronca por la resaca.

Martina: (riéndose) ¿Recuerdos vagos, dices? Puede que hayamos compartido algunas historias divertidas sobre cómo las dos lucíamos cuando éramos más jóvenes. ¡Y debo decir que tu descripción de mi peinado de tercer grado fue bastante precisa!

Cristina: (riendo y tocando su cabeza) ¡Oh, no! ¡No puedo creer que haya mencionado eso en voz alta! Mi cabeza duele, ¿sabes?

Martina: (juguetonamente) Bueno, es el precio que pagas por una noche de diversión. Por cierto, te ves como si un gato te hubiera dado un baño de lengua.

Cristina: (haciendo una mueca) ¡Qué imagen tan encantadora me estás dando!

Después de unos momentos de risas y bromas, Cristina se puso seria.

Cristina: (mirando a Martina) De verdad, Martina, ¿qué me dijiste anoche? Tengo una idea vaga, pero necesito saber.

Martina la miró por un momento, y luego su expresión se suavizó.

Martina: (serena) Bueno, sí, te dije algunas cosas. Te conté cómo te veía, cómo admiro tu valentía y cómo me haces sentir, pero no quiero que te preocupes por eso. Estábamos un poco borrachas y... a veces las palabras pueden salir de manera más directa.

Cristina: (seria) Martina, escucha. Aunque estuviéramos un poco borrachas, eso no cambia la verdad detrás de esas palabras. Y... siento lo mismo. Siento una conexión especial contigo, algo que va más allá de la amistad.

Martina se quedó sin palabras por un momento, mirando a Cristina con los ojos llenos de asombro y ternura.

Martina: (suavemente) Cristina, eso es... hermoso.

Cristina: (sonriendo) Es la verdad. No quiero que te sientas incómoda por esto, pero es algo que necesitaba decirte.

Martina: (tocando suavemente su mano) No me siento incómoda. Al contrario, me siento... agradecida por tener a alguien como tú en mi vida. Y sé que esto es algo especial.

Cristina: (entrelazando sus dedos con los de Martina) Así es, Martina. No importa cómo se desarrollen las cosas, quiero que sepas que eres importante para mí. Eres mi apoyo, mi amiga y... algo más.

Martina: (con una sonrisa suave) Gracias, Cristina. Y quiero que sepas que siento lo mismo. No importa a dónde nos lleve esto, siempre estaré aquí para ti.

Las dos compartieron una mirada llena de significado, dejando que sus emociones fluyeran en ese momento mágico.

Cruce de corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora