Capítulo 13: Entre Desafíos y Apoyo

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Un suave atardecer pintaba el cielo con tonos cálidos mientras Martina y Cristina compartían una tarde tranquila en la sala de estar de Martina. Con las cortinas ligeramente entreabiertas, los rayos de sol creaban un ambiente acogedor en la habitación.

Martina: (acomodándose en el sofá) Me alegra tener una tarde libre para simplemente relajarnos.

Cristina: (sonriendo) Lo mismo digo. A veces, necesitamos un respiro de todo el ajetreo y solo disfrutar del momento.

Se acomodaron en el sofá, rodeadas de cojines y mantas suaves. Martina eligió una película ligera y cómica para ver. A medida que la película avanzaba, compartían risas y comentarios juguetones.

Cristina: (riendo) ¡Esa escena fue increíblemente tonta!

Martina: (sonriendo) Lo sé, ¿quién pensaría que un pato podría causar tanto caos?

Con el paso del tiempo, el ambiente se volvía más relajado y cercano. Sin pensarlo demasiado, sus manos se encontraron en el espacio entre ellas en el sofá, y sus dedos se entrelazaron naturalmente. La película continuaba, pero sus miradas se dirigían cada vez más hacia la compañía de la otra.

Cristina: (mirando a Martina) Sabes, en días como este, me doy cuenta de cuánto hemos pasado juntas.

Martina: (asintiendo) Es cierto. Aunque han sido altibajos, creo que hemos logrado formar algo realmente valioso.

Con un gesto suave, Cristina se acercó un poco más y apoyó su cabeza en el hombro de Martina. Martina sonrió y la abrazó con ternura.

Martina: (suavemente) Me alegra que estés aquí, Cristina.

Cristina: (cerrando los ojos) Yo también. Hay algo realmente reconfortante en solo estar cerca de ti.

Las palabras se desvanecieron mientras se sumergían en el abrazo cálido y reconfortante. A medida que la película llegaba a su fin, el ambiente se volvía más íntimo y cargado de una conexión especial.

Martina: (mirando a Cristina) ¿Te sientes cómoda aquí?

Cristina: (asintiendo) Sí, mucho. Es como si todo estuviera en paz.

Martina acarició suavemente el cabello de Cristina, creando una sensación de tranquilidad. Sus miradas se encontraron, y en ese instante, parecía que las palabras sobraban.

Sin decir nada, se inclinaron una hacia la otra, sus labios encontrándose en un beso suave y tierno. Fue un beso que llevaba consigo la calma y la sinceridad de su relación.

Cuando finalmente se separaron, sus ojos aún estaban cerrados, saboreando el momento.

Cristina: (susurrando) Gracias, Martina.

Martina: (sonriendo) No hay de qué. Gracias a ti también.

Decidieron quedarse abrazadas, disfrutando de la cercanía y la paz que habían encontrado el uno en el otro. No había prisa, solo el presente y el afecto compartido.

La tarde se desvaneció gradualmente en la noche, y decidieron acomodarse bajo las mantas para descansar. En el silencio reconfortante, sus manos aún entrelazadas, se quedaron dormidas, sintiendo que la tranquilidad de ese momento los envolvía por completo.

Una semana había pasado desde la tarde tranquila en la casa de Martina. Ahora, el ambiente en la escuela estaba cargado de tensión, ya que era época de exámenes. Los pasillos estaban llenos de estudiantes con apuntes en la mano y miradas preocupadas en el rostro.

En uno de los pocos momentos de descanso, Martina se acercó a Cristina, quien estaba repasando apuntes con una expresión de concentración en el rostro.

Martina: (sonriendo) ¡Hey, Cristina! ¿Cómo va todo?

Cristina: (suspirando) Oh, Martina, estoy bastante agobiada. Estos exámenes finales están llevándome al límite.

Martina: (tocando suavemente su brazo) Tranquila, sé que puedes manejarlo. Eres increíblemente inteligente y capaz.

Cristina: (forzando una sonrisa) Gracias por tus palabras, Martina. Solo espero no decepcionar a mis padres y mantener mi media perfecta.

Martina: (animándola) Escucha, eres más que tus calificaciones. Y estoy segura de que tus padres estarán orgullosos de ti, sin importar los resultados. Además, siempre estaré aquí para apoyarte en lo que necesites.

Mientras Martina y Cristina hablaban, Carlos los observaba desde lejos con una expresión de desagrado. No pudo evitar soltar un comentario ofensivo.

Carlos: (murmurando) ¡Vaya, vaya, mira quién está siendo la cheerleader de la genio perfecta!

Lucía, que estaba cerca, escuchó el comentario y decidió intervenir.

Lucía: (mirando a Carlos con firmeza) ¿Sabes qué, Carlos? Sería mejor que te preocuparas por tus propios asuntos en lugar de criticar a los demás.

Carlos pareció sorprendido por la respuesta de Lucía, pero decidió seguir su camino sin decir más. Martina y Cristina intercambiaron miradas, y Martina le guiñó el ojo a Cristina con una sonrisa.

Martina: (susurrando) No dejes que comentarios como esos te afecten. Tú eres fuerte y capaz, y no tienes nada que demostrarle a nadie.

Cristina: (asintiendo) Gracias, Martina. Aprecio mucho tu apoyo y tus palabras.

El timbre sonó, indicando el final del descanso. Martina y Cristina volvieron a sus aulas, listas para enfrentar los exámenes con determinación y confianza en sí mismas.

Días pasaron y finalmente llegó el último día de exámenes. La tensión comenzó a disiparse a medida que los estudiantes entregaban sus pruebas. Martina y Cristina, junto con sus amigos, se reunieron después de la última prueba para celebrar y relajarse.

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