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Paso 9: coquetear

Este paso me aterra, tengo que confesarlo. Reconozco que no soy bueno coqueteando. La razón por la que no se me da bien es que nunca tuve la necesidad de hacerlo: soy naturalmente atractivo y las personas siempre vienen a mí sin que yo haga ningún esfuerzo. Conveniente, pero no en este caso.

J nunca se acercó a mí con esas intenciones, así que necesito tomar la iniciativa, darle a entender que me interesa y provocarlo, tentarlo a experimentar un vínculo conmigo como si no fuéramos amigos, como si las posibilidades entre nosotros no estuvieran limitadas por decisiones pasadas. Antes, voy a escuchar podcasts y ver videos sobre seducción porque, si confío en mi propio instinto, voy a echar a perder el experimento entero.

***

Minho hizo lo mejor que pudo. Miró a Han a los ojos y presumió su sonrisita y sintió que estaba teniendo éxito cada vez que Han se sonrojaba y desviaba la mirada.

Minho recopiló toda la información que pudo sobre los amigos de Han –toda la información que Han quiso darle y todo lo que se le ocurrió preguntar– y la usó para conquistarlos como había planeado. Lo que significaba, en realidad, caerles bien. No era la intención de Minho enamorarlos, pero podría haberlo hecho, no parecía muy difícil.

Minho se sentó junto a Han en las butacas del cine y aprovechó cada mínimo susto en la película para abrazarlo. Estaba oscuro y hacía calor y Minho no tenía idea de qué estaba pasando en la película porque no estaba prestando atención.

Se escuchó un grito en los parlantes y Han pegó un salto. Minho apoyó una mano en su pierna y... tal vez era demasiado y se estaba aprovechando de la situación, pero cuanto más cerca tenía a Han, cuanto más podía estar en contacto con él, más quería hacerlo.

Dejó la mano ahí y ya no era una caricia inocente para hacerlo sentir mejor, era algo más... ¿Era coquetear? Minho no tenía idea, y no le importaba.

Deslizó los dedos hacia el interior del muslo de Han, sobre la tela de jean, apretando un poco para sentir los músculos relajarse. Han le dirigió una mirada breve, asustada, y Minho se sintió culpable. Estaba haciendo más de lo que Han le había pedido y no lo estaba haciendo para Han sino para sí mismo, pero... necesitaba disfrutarlo mientras dure.

Movió la mano más adentro, hacia arriba, y apretó un poco más. Las partes sensibles de la pierna de Han eran más suaves, más blandas, y Minho quiso saber cómo haría sentir a Han si las llenara de besos, cuánto le gustaría, qué clase de ruidos haría si Minho las mordiera.

Abrió la mano y sus dedos estirados tocaron la entrepierna de Han. Lo vio morderse el labio antes de cubrirse el rostro con las manos. Minho no sabía si era él el que había causado esa reacción o había aparecido en la pantalla algo que Han no quería ver. No importaba; la película terminó un par de minutos después.

Fueron a cenar. Minho se sentó al lado de Han en el restaurante, lo abrazó por los hombros y devolvió una mano a su pierna por debajo de la mesa. Han tocaba sus labios con un dedo mientras pensaba, leyendo el menú, y Felix enfrente suyo recomendaba una de las pizzas.

Minho acarició el pelo de Han y sus ojitos redondos se desviaron hacia él, el arito en su ceja brillando con la luz anaranjada de la lámpara. Han sonrió. Minho besó su mejilla.

Felix le preguntó a Hyunjin si ellos dos eran igual de lindos, pero sus voces sonaban distantes.

Minho besó la mejilla de Han de nuevo, después de la cena, cuando estaban lavándose las manos en el baño.

—N-no hace falta —murmuró Han, mirándolo a los ojos a través del espejo—. No tenés que hacerlo si nadie nos ve.

— ¿No es más divertido así? —dijo Minho, y se acercó para susurrar en su oído— ¿No es mejor cuando nadie nos ve? —Besó la mejilla de Han una vez más, cerca de la esquina de su boca, sin tocar sus labios—. Imaginá todas las cosas que podríamos hacer...

La piel de Han estaba caliente y era suave y el brillito húmedo en sus labios olía a duraznos, y Minho tuvo que guardar las manos en los bolsillos para disimular cuánto temblaban.

—N-no hace falta —repitió Han, en el colectivo de vuelta a casa, porque Minho no había soltado su mano desde que salieron del restaurante. Estaba usando la chaqueta de Minho y el delineador se había difuminado en las esquinas de sus ojos por haberlos frotado—. Ya no tenés que hacerlo. No tenemos que seguir actuando.

—Pero quiero... —Minho levantó la mano de Han para besar sus nudillos—. Quiero hacerlo.

— ¿Vas a darme la mano todos los días? ¿Vas a sostener mi mano siempre? —preguntó Han, moviéndose en el asiento para enfrentar a Minho, mirándolo a los ojos, estirando la mano libre para tocar tímidamente su rodilla.

— ¿Vas a dejarme hacerlo?

Sorry, I love you [Minsung] 📒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora