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Paso 10: confesar mis sentimientos directamente

No tengo mucho que explicar sobre este paso. El último paso. Voy a decirle a J que lo amo.

Me estoy arriesgando a arruinar nuestra amistad para siempre, pero si hice las cosas bien hasta ahora, en vez de odiarme, J debería querer venir a la cama conmigo para algo más que un simple roce.

***

Minho ojeó su artículo antes de entregarlo, deteniéndose un segundo en la última frase. Changbin –lo habían elegido como delegado de la clase porque le caía bien a todo el mundo más que por su habilidad para organizar, pero era eficiente, Minho no podía quejarse– pasó por los bancos juntando los trabajos y los dejó en una pila sobre el escritorio del profesor.

El aula era un caos porque el profesor todavía no había llegado. Algunos terminaban su tarea a último momento y revolvían la pila de trabajos para agregar el suyo, otros se reían a carcajadas sentados sobre las mesas, y Minho usaba el teléfono junto a la ventana.

Perdón por salir corriendo esta mañana, decía el último mensaje que Han le había enviado. Todavía no puedo creer lo que pasó el fin de semana... Lo que HICIMOS todo el fin de semana Lino wtf ???? No puedo creerlo pero... lo disfruté. Me gustó y quiero que pase de nuevo y huí porque no sé cómo decirte todo esto personalmente, ni siquiera puedo mirarte a la cara NO PUEDO me va a dar algo

Minho se reía y sus dedos flotaban sobre el teclado en la pantalla y no sabía qué escribir. Era distinto ahora, era lunes y habían vuelto a la realidad después de pasar el fin de semana aislados en su propio mundo. Ahora los límites se habían desdibujado y tenían que seguir con su vida enfrentando las consecuencias de lo que habían hecho.

Tuvo que guardar el teléfono cuando llegó el profesor y no volvió a sacarlo porque nada de lo que se le ocurría contestar era suficiente.

Tenía que confesar sus sentimientos directamente, él mismo lo había planificado así, pero pensarlo era más fácil que hacerlo y, la verdad, ninguno de los pasos del experimento habían salido del todo bien, excepto la parte de acostarse con Han... Y ahora Minho estaba pensando de nuevo en lo que había pasado el fin de semana y no podía dejar de mirar el reloj.

Corrió al comedor cuando salió de clase, esperando que Han estuviera ahí, como todos los mediodías y Han estaba.

Han tenía los cachetes colorados y se puso de puntitas para abrazarlo y Minho lo miró a los ojos. Ambos se inclinaron hacia adelante al mismo tiempo, buscando los labios del otro, y se besaron en el medio del comedor.

Minho se preguntó si eran novios, si ahora eran novios de verdad, y esa noche, cuando Han se acercó tímidamente a la puerta de su pieza, jugando con el borde de su remera de dormir, Minho tiró de él para hacerlo entrar y lo llevó a la cama y se animó a preguntarlo en voz alta.

—Hannie... —susurró contra los labios de Han y aguantó las ganas de besarlo porque necesitaba terminar de hablar ahora que ya había empezado— ¿Somos novios?

— ¿Lo somos? —preguntó Han, acariciando la mejilla de Minho.

—Te amo —confesó—. Quiero que lo seamos.

—Yo también, amor —dijo Han, y fue él quien presionó sus labios sobre los de Minho, sobre su mejilla, sobre su cuello—. Deberíamos serlo.

Han no volvió a dormir en su propia cama. La tercera noche, Minho se quejó de estar contracturado por su culpa porque Han estiraba las piernas y los brazos y se ponía cómodo aplastando a Minho contra el colchón.

Juntar las dos camas fue idea de Han. Mudaron una cama a un lado y un escritorio al otro y la habitación de Han se convirtió en la oficina donde estudiaban juntos. Han no dejó de dormir arriba de Minho, pero ahora Minho tenía suficiente espacio para estirarse y rodar.

Han acariciaba su cintura en el medio de la noche y Minho clavaba los dedos en su muslo y levantaba la pierna de Han sobre su cadera para juntar los cuerpos de ambos. Susurraban amor en el oído del otro y ensuciaban su ropa interior y seguían abrazados cuando volvían a quedarse dormidos. Siempre parecía un sueño, pero nunca lo era.

Era hermoso, y nada había cambiado demasiado.

Todavía eran mejores amigos y se reían de cualquier cosa y leían manga en el sillón y ya no se turnaban para preparar la cena porque habían descubierto lo divertido que era cocinar juntos.

Todavía eran mejores amigos, pero caminaban de la mano y hacían la fila del comedor abrazados y no podían esperar a volver a verse cuando tenían que pasar el día separados.

Mejores amigos, pero se besaban y se tocaban y a veces, en la oscuridad de la pieza o en el sillón o sobre la mesada de la cocina, hacían las dos cosas al mismo tiempo.

Era perfecto, y duró hasta el lunes siguiente.

Sorry, I love you [Minsung] 📒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora