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—Porfa, Lino.

Minho hubiera hecho cualquier cosa por su mejor amigo, pero esto...

—No, Hannie.

—Porfaaaa... —Han insistió, tirando del brazo de Minho y dando saltitos, arrodillado en el sillón— Y no te pido nada más.

—No, Hannie.

Hacía media hora que Minho venía repitiendo la misma frase, desde que Han le había pedido... No, Minho no podía pensar en eso, no podía decir las palabras sin que su mente entrara en cortocircuito.

—No te pido nunca nada más, Lino, lo prometo.

No era que Minho no quisiera...

Mierda. Minho quería.

Lo había querido siempre, desde la primera vez que lo había visto. Minho había entrado a su nueva escuela, recién llegado a la ciudad, y se había sentido solito durante la primera hora de clase. Hasta que llegó el recreo y Han dejó de lado a su grupo de amigos para acercarse a él, preguntarle cómo se llamaba y ofrecerle la mitad de su desayuno.

—Han... No creo que sea buena idea.

Minho se recostó sobre el respaldo del sillón con los ojos cerrados. Todavía recordaba la sensación de estar fuera de lugar y la determinación por evitar que se le notara, mantener la espalda erguida, la vista fija en el pizarrón... Y Han, sanando todo.

—Porfa, Lino... Hago tu trabajo práctico de Historia.

—Sos pésimo en Historia.

No se habían separado desde ese día. Era inevitable que se volvieran mejores amigos y era natural que terminaran viviendo juntos, transcurriendo el primer año de universidad juntos. Minho estudiaba Periodismo, mientras que Han había elegido la carrera de Diseño y comunicación, y ambos iban a clases en el mismo edificio.

Juntos. Minho no podía imaginar que su vida fuera de otra manera. Pero esto...

—Lavo los platos todos los días de acá a fin de año.

Minho quería.

No quería que Han lavara los platos, eso le daba igual, lo que quería era que su relación con él siguiera el mismo curso natural por el que iba.

Quería, pero no así. No porque Han necesitaba que Minho le hiciera un favor. No porque Han se había mandado una cagada y ahora, como de costumbre, necesitaba la ayuda de Minho para cubrir el error. Como la vez que rompió la ventana del vecino con la pelota y Minho terminó cortando el pasto del señor todo el verano para cubrir los gastos del arreglo.

—Soy buenísimo lavando los platos. Los dejo brillantes. Los seco y los guardo en la alacena. Porfa, Lino.

—No es buena idea, Han. Pensá en las consecuencias —Minho intentó hacer que Han entrara en razón.

— ¿Por qué no? Sos mi mejor amigo. Me diste la mano cuando me hice el piercing en la ceja. Es lo mismo.

Ser novios era, a simple vista, el próximo paso lógico, predecible. Ahora que vivían juntos, todo el mundo se burlaba de ellos porque parecían una pareja. Lo que nadie sabía era lo mucho que Minho sufría todas las mañanas, cuando tenía que ver a Han entrando al baño en bóxers y frotándose los ojitos.

Tenía que verlo salir de la ducha con los cachetes colorados y la toalla envuelta alrededor de la cintura... Tenía que aguantarse las ganas de sacarla de un tirón y acorralar a Han contra la pared.

¿Por qué? Porque no tenía idea si Han sentía lo mismo que él, y no podía arriesgarse a destruir la relación más importante de su vida. La amistad que tenían valía más que cualquier otra cosa, y cuando Han dijera "quiero que seas mi novio", tenía que ser real.

—Somos cercanos, sí, pero esto...

Esto era demasiado.

Porque Minho estaba enamorado de él.

Sorry, I love you [Minsung] 📒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora