Puso la mano encima de su muslo y desvió la mirada hacia la ventana. Veía los árboles pasar, todos eran blancos debido a la nieve. Marjorine estaba realmente caliente, siempre mantenía muy bien el calor corporal le recordaba mucho al verano, un calor que te empapa el cuerpo, hace sus articulaciones flexibles, más blandas, ablanda sus órganos, sobretodo su corazón.
"Ken, sé que en unos días cumples años, te hice reserva en Raisins"
Keneth le miró, dándole una amplia sonrisa, para después volver a mirar por la ventana. En realidad no quería un gran cumpleaños, estaba bien si era ella una de las invitadas, seguida por Stan, Kyle y Cartman.
Pensó en agradecerlo con palabras, pero no era necesario, sabía que no lo era. Reconocía esa parte del camino, estaban cerca del Instituto, preparó sus cosas para bajarse, pensó en su horario... No se le ocurría cual era la siguiente clase, por lo que sacó el teléfono de su bolsillo y abrió la aplicación de horario. Podía leer perfectamente, reconocía las letras, pero su cabeza no lo entendía, no tenía las energías suficientes para ello, hasta que una pequeña bombilla se encendió en su cabeza. Física, a primera hora.
El bus al fin paró frente al Instituto, y casi instantáneamente, la gran mayoría de alumnos se levantaron para salir de este, incluidos Kenny y Marjorine.
"Esta noche mi... Mi madre, quiere que vengas a cenar." Dijo moviendo el más ondulado mechón en su pelo, envolviendolo en su dedo, formando una espiral, relajando y volviendo, era un movimiento habitual en ella cuando estaba nerviosa o quizás ansiosa. "Si puedes... Y quieres venir, eres bienvenido"
"Seguro. Puedo llevar vino"
"¿Vino?"
"Claro, nena. Desde que trabajo, he estado ahorrando, pero todavía no sabía para que. Gastarme algo en un buen vino para impresionar a mis futuros suegros, no sería un problema."
"¿Futuros suegros? Eso ya lo veremos. El vino estará genial, gracias" Guiñó un ojo y los dos se bajaron del bus, se habían quedado los últimos en salir, incluso sus otros dos amigos ya habían bajado. Nada más bajar, caminaron juntos por los pasillos, hasta que se separaron para ir a sus respectivas taquillas. Echó una mirada hacia su derecha, donde unas casillas más lejos estaba Stan, haciendo lo mismo que Kenny, recogiendo sus cosas.
Miró la foto de su taquilla, tenía muchos años ya, cuando el y "Butters" fueron a Hawai, recordaba el tacto de ese corte de pelo. Ese día fue el que se enamoró, el día en el que Keneth McCormick se desconoció, cuando el niño de naranja dejó de poder mirar revistas para adultos sin pensar en ese rubio, pero no se arrepentía, esa fue la primera vez que vio a Linda y a Steven, los padres de Marj, parecían contentos por que su hijo tuviera un amigo "popular" Claramente no se le escapó una mirada indebida o unas palabras inadecuadas delante de estos dos sujetos, intentó con toda su alma no hacerlo.
Sacó una cartera de su taquilla, era el dinero que llevaba ahorrando desde que se metió en ese mundo, podía comprar ropa muy cara, podía comprar material nuevo, mochilas, entre otras cosas. Pero no lo necesitaba. Lo ahorraba todo por si Karen quería estudiar, sabía que ahorraría bastante dinero para ese entonces. Es inhumano el ser un adolescente de 15 años proveniente de una familia pobre y que de normal lleve en sus bolsillos 200 dólares o más. Simplemente inhumano. Ni siquiera sus padres lo sabían, pero cada jueves, escondía entre 100 y 200 dólares entre la almohada de su madre, sus mantas o simplemente los dejaba cerca de ella, nunca de su padre. Ese dinero corría el riesgo de ser gastado en drogas y alcohol, pero era un riesgo. Con su padre sería seguro, y lo sabía. Bien que lo sabía. Abrió la cartera, dejando ver todo ese dinero, casi se sentía un delito. Miró a su alrededor, sintiéndose observado, pero nadie le miraba, ni tenía la intención. Alcanzó un billete de 100 dólares, y contempló la doblez de la esquina en este. Recordaba el billete, se lo dieron por algo del 3, no fue el único que le dieron, pero lo recordaba bien. Lo metió casi con prisa en su mochila, cerrando la cartera y guardando la en el fondo de su taquilla, junto a un joyero de mujer, el cual no pegaba en ese espacio un tanto desordenado. Tomó una de las hojas dobladas entre las fotos y los objetos y la empezó a desdoblar.
"Donovan. 3 del 7. Baño 8'12." Leyó en su mente. Definitivamente, era inhumano. Observó la hora, guardando la hoja en su bolsillo y remplazando el lugar en su mano por el teléfono. Faltaban sólo tres minutos para esa cita ilegal en el baño, por lo que cerró la puerta de la taquilla y emprendió su camino hacia ahí. Por el camino pudo ver caras conocidas, pero no les prestó atención. Sus manos se sentían heladas otra vez. Fue con paso lento hasta abrir la puerta del baño, para ver a Donovan apoyado contra uno de los cubículos.
"¿Traes la mierda?" Preguntó con la mirada fija en Kenny.
"No." Introdujo ambas manos en sus bolsillos. "Te dije que no te iba a vender más, Clyde. No se por qué dejaste esa nota en mi taquilla. Además, sabes que ya no vendo del 7." Su postura era recta, el frío entraba por su nariz, helando su tráquea y sus pulmones, al contrario del castaño, quien tenía una pose encorvada, la cual le hacía lucir enfadado.
"Me da igual, tío. Tu trabajo es vender al cliente, yo soy el cliente."
"No te hablo como vendedor, Clyde. Te hablo como tu amigo y compañero de clases. No te voy a vender."
"Yo que creía que eras una persona razonable."
"Lo soy cuando no te gastas casi 800 dólares mensuales en drogas. Clyde, tu muerte me arruinaría todo, hablando desde el punto comercial."
Donovan solo pudo responder con una mirada de enfado, pero no pudo hacer nada más que tragarse sus palabras y salir del baño. Sabía que dijera lo que dijera, Kenny se iba a mantener firme, el no iba a ceder, nunca lo había hecho y no lo haría ahora.
Los ojos de Kenny se abrieron, contemplando los cubículos. Se acercó a ellos, y uno por uno fue abriendolos para comprobar su interior, al acabar esta acción, sintió alivio, nadie había escuchado, nadie sabía. Miró al techo del último cubículo. El detector de humo roto. Se sentó encima del inodoro y cerró la puerta, sacando un cigarrillo de su bolsillo y usando un mechero para encenderlo, produjo ese humo que tanto le gustaba. Nunca se dio cuenta de lo adicto que era al tabaco hasta que se quedó a dormir en casa de Kyle. Posó el cigarro en sus labios, abriendolos ligeramente, dando paso a su medicina.
El cigarro se consumía rápidamente, le encantaba. Por su mente pasó la cara de Marj, en la cual pensó por unos segundos, para después irse y la pregunta de que vino iba a comprar apareció casi instantáneamente. Sabía que si iba con alguno de sus contactos, le podía conseguir uno muy bueno con un precio aún mejor. Claro que no le iba a dar un vino de 400 dólares por 20, pero estaba dispuesto a gastarse bastante dinero aún que fuera solo un vino, pero si no apreciara a sus compradores, hubiera tenido 300 más en su mano y muchas muertes a sus espaldas. No sería bueno.
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Querido Kyle 1/3 [Kenjorine]
FanfictionDesde siempre habían sido: Kyle, Stan, Kenny y Cartman. Ahora no. ¿Donde estás, Kyle? ¿Estás enfadado por mi? ¿Eric? ¿Stan? Quizás. Esa noche fue hermosa. Pude observar la nieve caer desde la ventanilla del coche. Oh, Chef. No sé qué más hacer. Lo e...