25. Tres golpes secos

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Tocó la puerta, con los mismos tres golpes secos que siempre daba.

Stephen fue el que abrió la puerta, pero después corrió hacía dentro gritando "¡Linda!"

Kenny no entendía nada, por lo que abrió la puerta para hacerse paso en esa casa preocupantemente silenciosa.

Linda se encontraba en el salón, con una pequeña sonrisa, un plato en su mano izquierda y una brocha en su derecha. Su pelo se veía enmarañado, y había un tanto de maquillaje corrido por sus mejillas.

"Señora Stotch, ¿Se encuentra bien?"

"Claro... " Dió una pausa en su charla, con un tono de voz calmado y sereno "... Kenny" Terminó.

Kenny subió las escaleras observando a esa mujer pintar todas y cada una de las paredes, esquinas, manchas de la casa.

Tres golpes secos fueron los responsables de hacer sonar la puerta de esa habitación.

De tres pasaron a seis.

Después a nueve.

"¿Marj? ¿Puedo abrir?"

Doce.

"Marj, voy a abrir la puerta ¿Vale?"

Sus manos envolvieron el cerrojo.

La puerta se abrió.

Kenny mantenía sus ojos cerrados, pero se vio obligado a mirar.

Tampoco había nada, solo la habitación, con ese corcho con pins y las luces apagadas.

Fue hasta el baño, donde volvió a repetir los tres golpes secos.

Tampoco había nadie ahí.

Bajó las escaleras para volver con la pareja de adultos.

"Linda, ¿Donde está Marjorine?"

"No lo sé ... Kenny"

Se acercó a Stephen.

"Sr. Stotch, ¿Que le sucede a Linda?"

"Solo está nerviosa... Butters no volvió a casa ayer, pero ya le he explicado que son cosas de adolescente, además, el tiene claro que como no llegue pronto, va a estar muy castigado"

"¿No ha venido desde ayer?"

"No, hijo"

"Estará bien, sabe cuidarse sola"

Siguió aferrado a sus palabras, cosa que le provocaba muchísimo más dolor al ver los nuevos carteles en ese pequeño pueblo.

Leopold Stotch y/o Butters Stotch

Camiseta de tirantes naranja corta con encima jersey corto azul turquesa, falda blanca corta.

17 años.

Ojos azul claro, uno de ellos ciego.

Pelo rubio medio.

Llame al 745-xx-xx-92.

Estaba solo.

Totalmente solo.

Las heridas ya muy curadas de sus brazos tenían la tentación de abrirse de nuevo cada noche, y lo hicieron más de una.

Hay muchas torturas,
Algunas desesperantes como la gota,
Otras rápidas como la decapitación.
Pero la peor de las torturas,
Capaz de corromper a cualquier hombre,
Es la soledad.

Estar solo, pero no solo de estar rodeado de gente pero sentirse vacío, sino solo solo.

Primero Kyle, después Stan y ahora Marj.

Querido Kyle 1/3 [Kenjorine]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora