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Leah Brunet

— Si, mamá tranquila. Solo iré a comer con Sasha y Aaron. Pero más tarde —dije mientras amarraba una bolsa de basura.

— Bueno, avisas. Nosotros ya nos vamos, tenemos que llegar temprano por la presentación que habrá, debemos preparar todo para que esté Perfecto. —mi padre dejó un beso en mi cabeza y asentí despidiéndome. Ellos salieron de casa y posteriormente arrancaron el carro.

Yo terminé de acomodar la cocina y luego salí a tirar la basura. Observé al rededor, las calles estaban muy solas, adoraba ese ambiente. Daban muchas ganas de sentarse en el pasto del patio sin hacer nada en todo el día. Tapé el bote y escuché mi nombre a lo lejos.

— Leah, ¿estas sorda? —escuché detrás. Tragué duro y volteé a verlo.

— Lo lamento, estaba pensando

— ¿Mientras tirabas la basura? —arqueó una ceja.

— Buenos días —dije en forma de despedida e intente pasar a su lado. Él me sostuvo del brazo evitando que así pasara.

— ¿No me das un abrazo? —preguntó. Yo tenía mi vista al frente.

— ¿Por qué lo haría? —intente soltar su agarre de mi brazo pero eso solo ocasionó que me jalara hacia enfrente de él de nuevo.

— Mírame —ignoré y jugué con mis dedos con la vista en el suelo— Leah, mírame —sentí sus dedos en mi barbilla y la elevó ocasionando que nos viéramos a los ojos. 

— ¿Que ocurre, Aidan?

— Eso mismo te preguntó, ¿estas bien?

— No le veo sentido a tu pregunta —quité su mano de mi barbilla.

— Pues ni siquiera me saludas. Quiero darte un abrazo ven aquí —extendió los brazos y se abalanzó hacia mi.

Me abrazo y apachurro contra él, mis brazos estaban hacia abajo y mi frente chocaba contra su hombro. Él se agachó un poco y acurrucó su barbilla en el mío.

Sentía su respiración en mi cuello y solté un pequeño suspiro, se sentía tan caliente, tan.. pacifico. Parecía que él se relajaba estando ahí.

Carraspee y se alejó. Por unos segundos no dijimos nada y noté como él me observaba de abajo hacia arriba, yo aún llevaba la pijama. Una sonrisa coqueta se escapó de sus labios y entonces habló.

— Así que., pequeña Leah... —sentí uno de sus dedos deslizándose sobre mi brazo descubierto de arriba a abajo de una forma delicada— Ya eres mayor de edad..

La sangre me viajo a las mejillas, que va, a la cara totalmente. Su caricia seguía intacta y yo no sabía que pensar.

— ¿Cómo te gustaría festejar tu cumpleaños?

Bufé irónica.

— Mi cumpleaños fue ayer —me alejé un poco de él y de su caricia.

— Lo sé pero —interrumpí.

— Y no estuviste, por cierto. Pero no te preocupes, puedes esperarte un año más para festejar conmigo —sonreí y sin más pase a su lado para luego entrar a casa.

 𝑆𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝐼𝑚𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒 | 𝐴𝑖𝑑𝑎𝑛 𝐺𝑎𝑙𝑙𝑎𝑔ℎ𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora