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Leah Brunet

— Y., ¿a donde iremos? —pregunté mientras él me extendía el casco de su motocicleta.

— No lo sé, ¿a donde te gustaría ir? Yo tengo muchos lugares en mente pero no sé si sean de tu agrado —se subió e hizo señas para que me subiera detrás de él.

— ¿Por ejemplo? —me subí detrás de él.

— Al centro comercial, o a una heladería quizá. Se que te gusta lo sencillo —sonreí un poco— no demostraste eso en el club

Rodé los ojos.

— ¿Seguirás recordándomelo?

— Las veces que sean necesarias —soltó con una risa nasal.

— Lo que quiero es olvidarlo.

— Pero yo no.. —sentí mis mejillas calientes al entender el porqué y carraspee un poco nerviosa— Tranquila, vayamos a la heladería

— Me parece bien

— Abrázame, bonita.

Con algo de temor abrace su cintura. No era sorpresa saber que estaba ligeramente tonificado, siempre que nos abrazábamos podía sentirlo..

Y no se sentía para nada mal.

Aidan puso en marcha la motocicleta y yo me aferré a su cintura. Podía verlo de vez en cuando, él no llevaba casco así que podía ver como la ligera brisa despeinaba su hermoso y suave cabello, su vista clavada en el camino totalmente concentrado. Se veía tan atractivo así, tanto que incluso me sentía en un comercial de motocicletas.

Era guapísimo.

Al llegar corrí adentrándome a la heladería y rápidamente revisé el menú. Sonreí emocionada, hace mucho que no venía a una heladería, honestamente. Y si comía helado era simplemente porque compraba el bote en la tienda.

— ¿Que vas a pedir, linda? —preguntó la chica que atendía con una enorme sonrisa.

Voltee hacia Aidan quien apenas se adentraba. Se acercó y me sonrió mientras asentía indicándome que podía pedir lo que quisiera.

— Me gustaría un banana split, por favor.

— ¿Y para su hermano? —me vio aún con su sonrisa amable y reí un poco.

— Un helado de café estaría genial, gracias —dijo él y le guiñó el ojo. La chica asintió y rió un poco.

Oh

Sentí la mano de Aidan en mi cintura y nos encaminó a una mesa.

— ¿Mi "Hermano"? —arquee una ceja y él rió.

— ¿qué querías? ¿Que dijera que eres mi novia? —me vio con una sonrisa coqueta y negué rápidamente— entonces, ¿cuál es el problema?

— Yo no he dicho que haya algún problema, pero pudiste decir la verdad; que somos amigos.

— Amigos, si.., muy buenos amigos —me guiñó el ojo y rodé los ojos.

 𝑆𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝐼𝑚𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒 | 𝐴𝑖𝑑𝑎𝑛 𝐺𝑎𝑙𝑙𝑎𝑔ℎ𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora