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Leah Brunet

Los labios de Aidan eran tan candentes. Su manera de besarme, la forma en la que mis labios se adaptaban a los suyos era estupendo y.. delicioso.

Justo como en mis sueños. Justo como me los imaginé desde la primera vez en que lo vi.

El escenario en el que nos encontrábamos es lo que jamás me hubiera imaginado, pero aquí estábamos; yo sentada sobre la mesa de billar en ropa interior con mis manos en las mejillas de Aidan, él entre mis piernas sin playera y besándonos como si quisiéramos comernos la boca el uno al otro.

— Aidan.. —solté en un pequeño jadeo sintiendo los labios de Aidan bajando por mi abdomen.

— Como amo tu abdomen, Leah.. —dijo viéndome a los ojos mientras dejaba un beso húmedo en mi cadera.

Me mordí ligeramente el labio y él regresó a mi altura. Dejó un mechón de cabello detrás de mi oreja y sonreímos mutuamente. Sentí como su otra mano tomaba mi cintura y pegaba más nuestros cuerpos.
Mis manos se aferraron a su cuello y escondí mi rostro en el mencionado.

— ¿Alguna vez imaginaste esto, Brunet? —negué.

— ¿Tú? —pregunté con algo de temor.

— Más de alguna vez —sentí sus labios en mi cuello, parecía que en verdad quería dejar marcas— He soñado con esto tantas veces.. —sus manos bajaban por mi espalda de forma lenta y sensual haciéndome suspirar pesadamente— Eres bellísima, mujer

Me sonrojé al escucharlo y dejé un beso en la mejilla de él para luego ambos sonreírnos ligeramente.

— No sabes lo difícil que era resistirse cuando te tenia enfrente con un pequeño vestido en las comidas familiares. El tratar de no verte mientras lavabas el convertible, mojándote toda.. tu blusa.. oh mierda —soltó un suspiro pesado con una pequeña risa nasal— esa blusa de tirantes que quedaba completamente pegada a tu cuerpo, podía jurar que no llevabas sostén en al menos tres veces..

— Acosador —él rió y nuestros cuerpos pegaron más.

— No soy un acosador, bonita. Estoy seguro que tú te percatabas de eso, pero jamás te quejaste ¿por qué será? —yo negué y él rió irónico— Leah, ¿puedo hacerte una propuesta?

— ¿Ahora? —asintió y yo lo miré a los ojos dándole a entender que prosiguiera.

— Déjame controlarte.. —susurró en mi oído con la voz ronca, jamás lo había escuchado de esa forma.

— ¿C..controlarme? —pregunté nerviosa al tenerlo hablándome en el oído.

— Hm.. —su nariz acarició mi mejilla— Déjame enseñarte lo maravilloso que puede ser esto, déjame mostrarte cuanto anhelaba que pasara, déjame mostrarte lo que soy capaz de hacer, déjame hacer lo que quiera contigo. Entrégate a mi, Leah, se mía..

Yo cerré los ojos al escucharlo y jadee.
Todo esto era tan tentador, mi cabeza comenzó a gritarme; "son cinco años, Leah" "no seas estúpida, cuando todo terminé él estará satisfecho y te dejará" "¿qué dirán tus padres?" "Es mayor, Leah, es mayor!"

A la mierda mi cabeza.

Besé sus labios con necesidad y él lo tomó como un "si" clarísimo. Me siguió el beso y sonrió en medio de este. De forma rápida y ágil se alejó un poco para luego tomarme de la mano y hacerme dar un pequeño brinco para bajar de la mesa de billar. Tomó mis caderas y me dió la vuelta para luego darme un pequeño empujón y quedé recostada sobre la mesa, mi pecho pegaba y dolía ligeramente, sentí su entrepierna en mi parte trasera y solté un gemido ahogado. Mis mejillas ardían y no podía estar más nerviosa.

 𝑆𝑢𝑒𝑛̃𝑜 𝐼𝑚𝑝𝑜𝑠𝑖𝑏𝑙𝑒 | 𝐴𝑖𝑑𝑎𝑛 𝐺𝑎𝑙𝑙𝑎𝑔ℎ𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora