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"Usted está saliendo de Verone, ¡Vuelva pronto!" Dice el rótulo a las afueras de la carretera que da hacia la autopista, y Emery suspira con nostalgia intentando ahogar todo el llanto que se convierte en un nudo que la deja respirando con dificultad.

Porque toda su vida, su padre (el cual no pudo encontrar para despedirse), ese trabajo que tanto le costó obtener y que la hizo crecer como persona y como profesional, ahora se han quedado atrás. Y no queda nada más, obviamente está agradecida, viendo el pasado le es inevitable sonreír, de construyó una buena carrera y ahora que va conduciendo hacia Milán, se da cuenta que sola se ha construído un buen futuro.

A pesar de que va con cosas que no había planeado o no tenía en cuenta, un bebé y un amor que no pudo ser. Quizá si no hubiese renunciado las cosas serían diferentes, la forma en la que Vincent quería que se quedase era algo que le favorecería a él pero no a ella, si bien todavía no ha superado la culpabilidad de la muerte de Alicia y su bebé, intenta ser positiva y pensar que ahora es su tiempo.

Cansada, se estaciona a una orilla de la carretera, está a escasos metros de la autopista y ya puede verla pero su teléfono suena y cuando ve el nombre de "Vincent" sabe que le es obligatorio contestar. No porque él tenga algo de posesión sobre ella, si no porque necesita despedirse.

Toma aire y lo suelta para después atender en altavoz. —Vincent, que bueno que llamas.

—Emery, si yo...me haces falta y quería saber si podemos hablar, lo necesito.—

—Eso no se va a poder, lo siento.—

Vincent suspira. —Puedo preguntar porque.

Emery suspira con pesadez. —Me fui de Verone por la mañana y no planeo regresar.

—¡¿No pensaste en mi?! ¡En nosotros! — exclama con la voz llorosa.

—Lamento lo de tu pérdida pero aquí no hay nosotros Vincent, no después de todo lo que causamos. — comenta Emery. —La pasamos bien y compartimos muchos sentimientos pero todo tiene su final, y este es el nuestro.

Vincent suspira. —¿Y el bebé?

—Estará bien, de eso me preocupo yo.—

—Emery anda, al menos dime a donde estarás.—

Emery rueda los ojos negando lentamente. —Milán, tengo una oferta de empleo y la voy a agarrar.

Hay un pequeño silencio, su voz se quiebra y Emery lo escucha sollozar. Ciertamente hay mucho dolor en su alma, y más por suicidio que lo hizo perder a su primer hijo.

—Buena suerte con tu vida Vincent, espero que puedas rehacerla y que seas muy feliz. Adiós. — se despide Emery y corta la llamada.

Arranca otra vez, su teléfono queda en el asiento del pasajero mientras acelera con velocidad finalmente entrando en la autopista, tomando el carril rápido mientras ve los rótulos de los lugares. Jamás se había sentido tan viva y emocionada como en este momento empezando de cero, pudiendo ser una mujer nueva a pesar de todo lo que pasó.

Vuelve a ver a su teléfono y lo agarra, lo piensa, pero lo vuelve a dejar donde estaba. Siente que Vincent merece más respuestas pero otra parte de ella siente que todo está bien así. Después de todo, ahora se siente más en paz de lo que estaba días atrás.

Su bebé patea con suavidad y eso le saca una sonrisa, mientras conduce se lleva una mano al vientre, sus ojos se llenan de lágrimas pero hay una alegría y una paz tan grande que lo único que puede hacer es dejar esas lágrimas de felicidad salir.

—Prometo ser una buena madre, darte el amor y el apoyo que necesitas para absolutamente todo. Te amo mi pequeño amorcito. — murmura Emery, sonriendo.

Su vida lentamente se calmó, después de esta pasión amarga.

𝓟𝓪𝓼𝓲𝓸́𝓷 𝓐𝓶𝓪𝓻𝓰𝓪. || terminada, [BORRADOR.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora