Asunto: La necesidad de sincerarme

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«Hanta Sero

Dicen que los ojos son las ventanas del alma. ¿Has notado que tiendes a mantener tus ventanas abiertas a todo momento?

Nunca noté lo atento que he estado a tus ojos desde que nos conocemos y hasta hace poco acepté la gran admiración que me causa ver a alguien con ventanas tan inmaculadas y cristalinas. Facilita leer tus emociones para un insensible como yo, aunque eso no signifique entenderlas.

Supongo que por eso siempre fue más fácil hablar contigo, no había necesidad de interpretar muecas, simplemente, las preguntas que nunca escaparon de mis labios fueron respondidas por tus pupilas.

Eres el ganador invicto del sentimiendo más confuso que he llegado a dudar, interpretar, aceptar y confesar.

El tiempo de a poco me ha rebasado y orillado a confesar algo para lo que aún me faltaba mucho para estar preparado.

No soy una persona estable y no estoy listo para relacionarme de modo romántico, pero soy un iluso que desea dejar esa esencia de conformismo y confiar en que logrará progresar lo suficiente como para aprender a amar de forma sana, porque descubrí que amo ver las ventanas en tus ojitos y no tener que ver nada más. Por sobre todo, descubrí que soy capaz de enamorarme, y que me enamoré por primera vez en mi vida de nada más y nada menos que las pupilas más expresivas y lindas que haya visto.

¿Qué tan raro suena que use de manera tan redundante tus ojos como metáfora, cuando realmente es el completo tú de el que me he enamorado?

Aún me pregunto por qué escribo esto, luego recuerdo que ganar una vida contigo siendo más que un conocido de tantos vale más que cualquier cosa que pudiera perder.

Nunca he sido fanático de la típica confesión de "me gustas" porque dos palabras, ocho letras o incluso toda una enciclopedia, no son capaces de expresar lo estresante, complejo y en suma escala precioso que es estar enamorado de ti.

Por eso, cada palabra aquí plasmada es mi confesión. Me inclino ante ti y me confieso como suplicando la redención a un pecado del cual desconozco la penitencia y temo por ella.

Estoy bastante seguro de no haberte comentado en una de mis soltaduras de lengua que padezco alexitimia, al menos nunca mencioné cómo eso llegó a afectarme. Ahora, entre tantas cosas, lo confieso.

No tengo idea de si nací defectuoso como castigo a mis padres o simplemente nadie me enseñó a interpretar las emociones, como una barrera de idioma en la que el cien por ciento de las personas saben comunicarse y yo necesito un traductor en todo momento porque, por más que lo intento, no aprendo con la rapidez que me gustaría.

Desconozco si tenía una oportunidad de parecerte mínimamente interesante para el ámbito amoroso, pero si era así, espero eso no haya afectado.

Incluso si fueras tan buena persona como para aceptar estar conmigo sin estar convencido de tener que lidiar con algo similar a ello, no te pediría que lo hicieras, y no te lo pediré ahora.

Nada me gustaría más en el mundo que llamarme tu pareja para aprender y conocer contigo cosas extraordinarias que sé que de ti nacen ya con esa magnificencia única con la que encantas cada cosa simple, pero no pretendo recibir una respuesta, así que simplemente me niego a pedírtelo.

Seguramente son más las cosas que quiero decirte a las que puedo expresar en una sola carta, así que solo confesaré lo que tienes que saber ahora, mientras sigues siendo solo mi enamorado de lejos.

Tengo alexitimia, descubrí ser capaz de amar, aprendí amarte de un modo tan especial como lo eres tú y hasta el punto final de esta carta aún te amo.

Sé que no me juzgarás ahora que lo sabes, solo espero no te incomodes con que piense y sienta de ese modo sobre ti.

Gracias por recibir mi confesión y enseñarme que puedo sentir algo tan hermoso, aunque no sabías que eras mi mentor en el amor y yo tu alumno.

Por favor, ten un recuerdo bonito de mí si esto acaba con cualquier contacto entre nosotros.

-Shoto Todoroki»

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