Capítulo 04

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Adara.




—Al parecer este chico se escapó de su padre, sorprendentemente es el mismo presidente —Explicaba Namjoon al señor In, quien se mantenía en silencio.

—Recuérdame el momento justo en el cual te pedí que me contaras todo eso, Nam.

Me hubiera reído, pero seguía furiosa con ese hombre. No podía entender cómo había sido capaz de mantenerme por dos días en una habitación sin ventanas y amordazada.

Había comenzado a tener que estar donde él estuviera, aseguraba que Libia, o Roma, como ellos la hacían llamar, vendría a buscarme en cualquier momento y el señor Jeon deseaba estar ahí por alguna razón que no había querido decirme.

Habíamos venido a un bosque, según Jeon allí se escondía el hijo del presidente. Al bajar del auto nos encontramos con un camino de piedras, rodeado de naturaleza, era hermoso y tan tranquilo. Yo había crecido entre la naturaleza, Libia solía decir que era la mejor forma de aprender y de ver el mundo, estudiarlo.

—Esas flores son hermosas —Señalé unas bellezas a la orilla del camino, eran pequeñas y amarillas. Se veían hermosas juntas —¿No te parece?

—Lo son, pero creo que hay más hermosas —Mire al señor Jeon mirarme.

Rodé los ojos y seguí a Namjoon quien ya se adelantaba por el camino de piedras.

Poco tiempo después llegamos a una casa de madera, era pequeña pero lujosa. De ella salió un joven apuesto...

—Ya sabes quién soy, ahórrame el discurso y toma tus cosas. Te llevaré con tu padre —Le ordenó el señor In.

El joven no peleó, ingresó de nuevo a su casa, seguramente a recoger sus pertenencias. Yo maté el tiempo explorando los alrededores, encontré un bello árbol que extendía las ramas hacia los costados simulando una sábana gigante que cubría todo el lugar. La naturaleza era hermosa...

—Me pregunto hasta cuando seguirás ignorándome, señorita Kim. Voy a cansarme...

—¿Y por qué debería importarme si se cansa? —Voltee a verlo.

—Lamento haberte tratado así. Comprende que tu hermana no solo arruinó mi vida, sino también la vida de personas a quienes yo aprecio. Tienes una imagen muy distinta de ella, tú conoces a Libia, yo a Roma, pero la realidad es que ambas personas son la misma y solo una de ellas es la verdadera, y te prometo que la verdadera es Roma. Roma no es buena persona, no es amable, no es dulce, es un monstruo. Llevo mucho tiempo detrás de ella...

—¿Por qué?

—Porque quizás ella pueda darme lo que me quitó; un final —Habló, lo tenía justo delante de mí. Era alto, muy alto e imponente, sus ojos estaban oscuros y sus labios brillosos —Aunque debo estar agradecido, de no ser por ella no habría sido capaz de poder ver a una Adara. Debo decirte que eres hermosa, niña.

Inexorable J.JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora