Cuando terminé de leer salí de la habitación, ni siquiera me despedí de Muriel, que me miraba muy atenta, solo subí al Bentley y manejé sin rumbo fijo. Pasé un mes vagando por toda la ciudad, a veces estacionaba el carro en el linde de un bosque y reflexionaba. Pensaba en todo: en Aziraphale, mi caída, los ángeles, los demonios, Satanás, el principio de los tiempos, Dios y en Gabriel y Belcebú. Sobre todo, en estos últimos, ¿cómo lo estarían pasando? ¿serían felices? ¿Encontraban consuelo del destierro en su compañía, en su amor?
Los días pasaban y se hacían más fríos, por lo que no fue una sorpresa que una mañana comenzaran a caer pequeños copos de nieve en el parabrisas del carro y comprendí que debía volver, no por mí, sino por Muriel, ya que sería su primera nevada en la tierra y tenía que enseñarle cómo sobrevivir a ese clima.
Cuando abrí la puerta de la librería sonó la campana, ella estaba acomodando libros. Iba a hacer un comentario, pero no supe qué decir, por un instante nos miramos y dijimos al mismo tiempo "lo siento", volvimos a mirarnos y un segundo después nos reímos.
-No, escucha, lo siento-le dije- yo...- comencé a tartamudear- estuvo mal abandonar a una amiga
Muriel me escuchaba sin pestañear (también tenía que enseñarle a hacerlo)- No tiene que disculparse, todo fue mi culpa- me dijo atropelladamente- no debí mostrarle el diario
-Hiciste lo correcto- la interrumpí- me ayudaste a entender muchas cosas- además, deja de hablarme de usted, creí que ya habíamos pasado esa etapa.
-Usted...quiero decir, tú ¿estabas enamorado de Aziraphale?
- ¿leíste sobre el amor en el libro que te di?
-No, eso lo descubrí por mí misma-dijo- es que, cuando Gabriel y Belcebú se fueron se miraban de la misma forma en la que tú y él lo hacían.
No sabía que responderle, lo único que se me vino a la cabeza fue
-Ojalá nunca te enamores de un demonio.
De alguna manera me sentía culpable por haber abandonado a Muriel y traté de compensarlo yendo todos los días a la librería. Al principio teníamos mucho qué hacer y mucho que aprender, había ocasiones en las que salíamos a hablar con Nina y Maggie, otras veces la invitaba a lugares en los que tenía que poner a prueba lo que le enseñaba del mundo (un parque de diversiones, el transporte público, o solo salíamos a sentarnos en el parque a ver los patos).
Una noche regresábamos del parque en el Bentley, Muriel iba muy alegre porque había entablado una conversación con una señora y todo había salido bien.
-No cantes victoria- le dije- mañana te pondré a prueba con una secretaria de servicio público.
-Mientras más difícil mejor- respondió
Bajamos del coche justo cuando Maggie iba pasando.
-Hola Señor Crowley, hola Muriel ¿qué hacen aquí tan tarde?
-Venimos de un paseo
- ¿ah, sí? - preguntó alzando una ceja- no creí que superaría todo tan rápido- dijo dirigiéndose a mí.
-No, no, no, querida vecina- le dije de inmediato
-Oh, lo siento, disculpen...emm, buenas noches
Maggie se dio la vuelta para marcharse, pero volvió un poco avergonzada- Muriel, por lo de la renta, ¿le molesta si se lo doy la próxima semana?
-Claro, no te molestes.
Entramos a la librería y Muriel siguió hablando sobre lo bien que había hecho las cosas, pero yo solo tenía una idea en la cabeza:
Hacía unos meses había leído cómo Aziraphale describía dos tipos de amores distintos, uno hacia Dios y uno hacia mi y comparó el que me tenía con el afecto que suelen compartir las parejas en la tierra. Yo estaba de acuerdo con ello y durante ese mes que me perdí en el Bentley llegué a la conclusión de que su sentimiento no era unilateral, yo también tenía ese tipo de amor hacia él. Pero eso no era lo que pensaba en ese instante, pensaba que había descubierto otra forma de amar, algo que va más allá del deseo y de querer pasar la eternidad con otro, era algo más relacionado con la protección y entonces me di cuenta: quería a Muriel como los padres quieren a sus hijos o a sus hermanos, no es un amor de almas gemelas, es un amor en el que se busca la independencia del otro para su propio bien.
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Love of my life
RandomDespués de que el ángel Aziraphel rechazara los sentimientos del demonio Crowley decide irse al cielo y dejar a su amigo. Por su parte Crowley opta por entrenar a Muriel para que cuide bien la librería. Él está resignado al abandono de Aziraphel, si...