La biblioteca quemada

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-Aziraphale ¿de qué hablas? ¿Qué te hicieron?

Mi angustia y mi odio hacia esos ángeles iba en aumento.

-No podemos hacer nada por Muriel, no podemos ir al cielo- me explicó muy triste.

Hasta ahora me daba cuenta de la magnitud del problema ¿Qué me quedaba?

-Entonces ¿Cómo es que dejaste de...?

Ni siquiera podía decirlo en voz alta, era algo terrible, nunca había escuchado de alguien que perdiera su naturaleza de Ángel o demonio.

-Crowley, cuando te vi en la librería debía haberte advertido, de pensar en lo que pudo haber pasado creo que no puedo perdonarme, no merezco ser un ángel, pero estaba celoso, creí que la amabas ahora a ella y yo estaba perdiendo la cabeza porque me acababa de dar cuenta que el cielo no es lo que creía.

-Aziraphale, no tengo nada con Muriel, es como mi hermana, no pienses en ello, tendremos tiempo de sobra después para hablarlo, primero cuéntame qué te pasó después de que dejamos la librería.

Aziraphale se quedó extrañado cuando dije "hermana" pero no dijo nada.

-Cuando se fueron me hundí en una desesperación horrible e iba a ir a buscarte cuando llegaron arcángeles mensajeros a decirme que Metatron me llamaba. Me dejaron solo y apenas me dio tiempo de preguntarme cómo iba a volver si mis poderes me habían abandonado cuando sentí una extraña corriente eléctrica y de pronto volvía a ser yo.

Regresé al cielo e inventé una historia acerca de que extrañaba mis libros y por eso había vuelto a la tierra. No se si me creyó o no, pero lo dejó pasar, aunque a menudo sentía que me vigilaba.

Un día decidí ir a la biblioteca celestial porque extrañaba los libros y cuando entré vi a metatron metiendo un libro en un estante. Me saludó y pasó de largo. La curiosidad me hizo ir hacia el libro que había dejado y el título se me hizo algo extraño, se llamaba "La naturaleza y debilidad de los ángeles" Lo saqué y lo hojeé, y ante mi sorpresa vi que había un capítulo entero sobre cómo hacer mortal a un ángel. De inmediato recordé sobre mi debilidad durante mi estancia en la tierra y temblé de miedo.

Volví a dejar el libro en su lugar, pero me puse a leer todos los libros de esa sección y algunos eran similares, encontré uno sobre cómo aniquilar a demonios y recordé sobre los planes futuros de los que había oído. Justo en ese momento Metatron volvió.

-Aziraphale- me dijo con una voz muy casual- justo venía por ese libro ¿me lo puedes prestar, por favor?

- si no le importa, creo que lo leeré hoy.

Sin duda no se esperaba una negativa, pero sabía perfectamente que ese libro no debía caer en mis manos.

-No te preocupes, te lo prestaré enseguida, pero lo necesito ahora.

-Yo también lo necesito.

- ¿Acaso lo has leído ya? - preguntó muy severo. Nunca había usado ese tono conmigo. - O más bien ¿Qué tiene que pueda interesarte?

Me había acorralado, dio dos pasos hacia mí, pero yo fui más rápido y corrí entre los estantes con el libro. Lo perdí de vista y eso me inquietó más, en minutos llegaría con refuerzos y entonces estaría perdido, así que sin más recordé lo que me dijiste una vez sobre el poder del fuego del infierno, así que corrí hacia mi oficina y saqué tu encendedor que me habías regalado y que me había llevado al cielo. Regresé a la biblioteca, le prendí fuego al libro hasta que se consumió y posteriormente quemé los demás.

Después de eso me fui. Metatron supo lo que había hecho y me desterró a la tierra, aunque primero me volvió un ser mortal.

Después de eso anduve deambulando, buscándolos, a veces pedía información sobre un Bentley y entonces iba a donde me decían, fue así como los encontré esa vez en invierno, pero nuevamente volví a pensar que ustedes pasaban demasiado tiempo juntos. No sabía si decirte o no acerca de la destrucción del infierno porque no sabía cómo reaccionarías o si me creerías, aunque creo que ahora es muy tarde y se han llevado a Muriel por mi culpa. Justo ahora deben estarle preguntando si conocía ese libro.

Yo estaba asombrado por su relato y desesperado por Muriel. No sabía qué decirle, quería reclamarle por no haberme dicho el peligro que corría el infierno y en vez de eso distraerse por tonterías como yo y Muriel juntos, pero al mismo tiempo crecía mi indignación y mi horror hacia lo que le habían hecho. Ahora era un ser mortal, un humano frágil y debía cuidarlo. Me acerqué lentamente a él, casi esperando que a cada paso mío él retrocediera dos, pero permaneció donde estaba, así que lo tomé como un permiso para tirarme a su cuello y rodearlo con ambos brazos.

Love of my lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora