Un trato

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Por un momento pensé que había dado un salto en el tiempo a aquellos momentos en los que entraba a la librería como si fuera mi casa, a decir verdad, creo que siempre la consideré más mi hogar que el que supuestamente lo era.
Estar ahí era terrible, apenas puse un pie adentro quise marcharme y lo iba a hacer cuando Muriel me vio.
-Señor Crowley, bienvenido a la librería ¿viene a buscar algún libro en especial?
No podía irme, no iba a permitir que alguien más tocara sus cosas mientras yo siguiera en la tierra.
-No vengo por ningún libro, vengo a que me expliques qué estás haciendo
-Alguien muy importante en el cielo me dejó a cargo de este lugar.
Comenzaba a perder la paciencia.
-¿Y esa persona importante te dijo que vendieras los libros?- pregunté alzando un poco la voz
Muriel se veía confundida y un poco triste porque le había gritado pero se defendió diciendo que había leído un libro de estrategias de ventas y quiso aplicarlo en la librería.
-Además-continuó-todos en esta calle venden algo, pensé que podía hacer lo mismo.
-Escúchame bien-le dije- Estos libros no pueden venderse, por eso están aquí ¿entiendes?
-Perdón señor Crowley, no lo sabía, pero debió venir a explicármelo, nadie me dijo qué hacer.
-Ya te he dicho qué hacer, así que espero que no vendas un libro más.
Una vez terminada mi misión ahí debía irme, pero no quería, sentía que nuevamente estaba en mi hogar, que me había ido de vacaciones y finalmente volvía, aunque la ausencia de Aziraphel me abrazaba con más intensidad al tener cerca las cosas que irónicamente debían hacerme sentir cerca de él. Qué sentimiento tan agridulce.
Muriel me observaba, muy silenciosa como cautelosa.
-Señor Crowley, ¿Qué le parece si nos encargamos juntos de la librería?
-¿Qué?
-Usted conoce cómo funciona, conoce cada rincón y lo que se debe hacer y lo qué no, sería maravilloso que me enseñara.
-No, no, no. Creo que me entendiste mal, solo vine a aclararte que los libros no se venden, fuera de eso puedes hacer lo que quieras.
-Señor Crowley, en realidad no es solo por la librería.
Muriel se veía triste.
-¿A qué te refieres?
-Es que, el mundo humano es hermoso, me encanta, pero es muy complejo, el otro día vino un tipo y me preguntó si no quería ir a algún lado y le dije que no, pareció ofenderse un poco y yo no entiendo por qué.
No quería quedarme en esa librería, la amaba por lo que evocaba pero la odiaba por lo mismo, aunque no podía dejar a Muriel sola, quizá hasta corriera peligro si no tenía un guía. Aziraphel y yo nunca tuvimos ese problema, pero me imagino a Angel desamparado en un lugar que no conoce, en riesgo y no puedo evitar pensar que sería casi igual a ella
-Bien, vendré tres veces por semana para enseñarte todo de la librería.
-¿Enserio?- sus ojos casi brillaban de emoción- ummm ¿Qué se dice cuando te gusta lo que alguien hace por ti?
-Se dice gracias- le expliqué casi al borde de mi paciencia.
-Gracias, señor Crowley.
Ignoré su comentario- comenzamos mañana, vendré temprano.
-Hasta mañana, gracias.
-No tienes que decir gracias tantas veces
-Oh, no, ya no lo haré, gracias... es decir, nos vemos mañana.

Love of my lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora