Un extraño secuestro, una muerte inesperada, un tatuaje, una cárcel, nuevas amistades y una misteriosa puerta harán que Álex viva su peor pesadilla.
Una llamada. Un acto tan simple cambió totalmente la vida de Álex. Tras ser secuestrada por un desco...
La madre pasó la entrada y dejó las llaves en un cenicero que se encontraba sobre el mueble.
Al ver que nadie respondió a su llegada, comenzó a preocuparse, por lo que decidió subir a la habitación de su única hija.
Tocó varias veces a la puerta, y como seguía sin ser contestada, decidió pasar dentro, llevándose una sorpresa al ver que su hija no se encontraba allí.
—¡Álex! ¡¿Dónde estás?!
Recorrió todas las habitaciones sin resultado alguno. Su pequeña no se encontraba allí, y comenzó a desesperarse. Su respiración se tornó a una más agitada y las ganas de marearse le recorrieron el cuerpo. Decidió, pues, sentarse en el sillón y pensar antes de llegar a una mala conclusión. Recordó a Claudia, una de las amigas de su hija, y decidió llamar para preguntar si acaso se encontraba con ella.
—¿Diga?—respondió una voz desde la otra línea.
—Hola, Claudia. ¿Está Alejandra contigo?
—¿Álex? Lo siento señora, pero no está con nosotras. Ahora mismo estoy dando una fiesta en mi casa y me ha extrañado mucho que no viniese. ¿Se encuentra bien?
A la madre le costó responder ante las palabras de la amiga. Si no está con ella y las demás, ¿será entonces que la han secuestrado?
—¿Hola? ¿Se encuentra bien señora?
—Sí, descuida. Me había olvidado de que había quedado con unos amigos. Disculpa las molestias.
—Tranquila señora, no es nada. Cualquier cosa me avisa, ¿sí?
—Gracias. Hasta luego.
—Adiós.
La cara de la madre se tornó de un blanco pálido y le entraron unas fuertes ganas de llorar. Colgó el teléfono y volvió a dejarlo en su sitio, sobre la mesa de la televisión, aquella que tanto le gustaba a su pequeña Alejandra.
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