Luego de un accidente químico, un grupo de chicos se reune para sobrevivir, unidos por el trauma y el miedo constante.
Aunque, hay un inconveniente: no pueden tocarse.
Observé la diana frente a mí; los agujeros de bala eran casi perfectos.
Casi.
Me quité los auriculares y abandoné el arma de práctica en una de las mesas. Felix me sonrió apoyado en el marco de la puerta.
—Vamos, hermanito— dijo con ironía—, puedes hacerlo mejor.
—Lo sé— respondí y levanté mi vista hacia él—. Te llevaré a tu clase de arquería.
Sonrió ampliamente de una forma tan angelical; instintivamente, rodé los ojos.
Comenzamos a caminar a paso lento— Luego, tienes que llevarme a taekwondo y después a mi cita con Hyun.
—No te llevaré a tu cita con él; ya sabes que no es de mi agrado.
Rodó los ojos; definitivamente, hermanos hermanos— No seas malo, por favor, Min...
—Está bien...— subimos a mi auto y encendí el motor—. Marca en el GPS el gimnasio— le indiqué a mi hermano. Hizo lo pedido y puse mi automóvil en marcha; hoy sería un día agitado.
A medida que conducíamos, el silencio entre nosotros se volvía palpable. Felix jugueteaba con su teléfono, pero su mirada ocasional hacia mí revelaba cierta tensión.
—¿Qué pasa, Felix?— pregunté, notando su inusual quietud.
—Nada, solo...— titubeó—, últimamente siento que estamos distanciándonos, ¿sabes?
Sus palabras resonaron en mi pecho. No era ajeno a la sensación, pero escucharlo de su boca me afectó más de lo que pensé.
—No es mi intención— admití con sinceridad—. He estado ocupado con el trabajo y todo.
Felix asintió, pero sus ojos expresaban una mezcla de nostalgia y anhelo. Me di cuenta de que la conexión fraternal necesitaba más atención de la que le estábamos dando.
—Podemos hacer algo juntos este fin de semana, si quieres— sugerí, tratando de aliviar la tensión.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Felix, y asintió con entusiasmo.
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