Luego de un accidente químico, un grupo de chicos se reune para sobrevivir, unidos por el trauma y el miedo constante.
Aunque, hay un inconveniente: no pueden tocarse.
El siguiente desafío era el candado del laboratorio.
Con agilidad, Seungmin y yo nos escabullimos, deteniéndonos ocasionalmente para asegurarnos de que todo estuviera en orden.
Al llegar a la puerta del laboratorio, me aproximé furtivamente llevando en mi mano herramientas que podrían facilitar el desbloqueo. Con movimientos cuidadosos, intenté forzar el candado, aprovechando cualquier pequeño sonido para encubrir el clic del mecanismo cediendo. Después de unos minutos de tensa concentración, el candado cedió, y la puerta se abrió lentamente.
Entramos en el laboratorio con la respiración contenida, la penumbra apenas revelaba las siluetas de los equipos científicos y estanterías llenas de archivos. La luz titilante de las pantallas iluminaba la habitación, creando sombras fantasmales.
Seungmin se movió rápidamente, recogiendo objetos que llamaban su atención y llenando la mochila.
Changbin y Jeongin aparecieron por la puerta. Aprovechando la destreza de Changbin en tecnología, navegó por las computadoras con facilidad.
Mientras yo tomaba fotografías y revisaba documentos, la pregunta de Jeongin resonó en la habitación.
—¿Cuánto tomará esto? —preguntó con ansiedad.
—No mucho, ya casi estamos —dijo Seungmin para tranquilizarlo.
—Chris, ven a ver esto —murmuró Changbin.
Me incliné hacia la computadora observando la pantalla. Había datos químicos y biológicos que no entendía.
—¿Qué estamos viendo?
Changbin hizo clic en un lado de la pantalla, abriendo la información de la sustancia.
—Es un virus contagioso, está detrás de aquella puerta —señaló el lugar—. Está muy contenido para ser un simple virus —observó detenidamente la información y su rostro palideció—. Planean soltarlo...
—¿Qué? —preguntó Jeongin.
—Mi padre no haría eso —dijo Jeongin.
—¿Dónde? —pregunté.
—En la ciudad...
—¿Cuándo?
—Ya lo han hecho....
La noticia nos golpeó a todos casi de inmediato.
—¿Qué hace este virus? —inquirió Seungmin.
Comencé a leer— Se contagia por el tacto y las personas se infectan al instante, provocando convulsiones, sangrado interno y haciendo que los pulmones fallen.
—Es una muerte segura —dijo Jeongin.
—Todos lo tenemos —murmuró Changbin.
—¿Qué estás diciendo? —pregunté.
—Aquí lo dice —sus ojos se abrieron de par en par—. Todos lo tenemos, no se propaga por el tacto, sino que se activa con él. No obstante, si se encuentra en grandes cantidades, las personas pueden morir solo con inhalarlo.
—Estamos en problemas —murmuró Seungmin—. Vámonos de aquí.
Salimos del lugar procurando no entrar en contacto físico con ninguno de nuestros cuerpos. No mentiría si dijera que solo deseaba poder tomar la mano de mi novio, pero ambos sabíamos que eso no era posible. La situación se volvía cada vez más aterradora, y el miedo se apoderaba de nuestros corazones mientras huíamos de aquel lugar maldito.
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