Luego de un accidente químico, un grupo de chicos se reune para sobrevivir, unidos por el trauma y el miedo constante.
Aunque, hay un inconveniente: no pueden tocarse.
—Qué suerte tienes— susurré en el oído de Felix mientras observábamos al equipo de baloncesto jugar—. Tu novio es tan atractivo.
Comenzó a reír— Tendrías oportunidad con alguno si tan solo te abrieras a alguien nuevo en tu vida.
—Mi corazón ya tiene dueño...
Abrió sus ojos con sorpresa y tomó mi brazo— ¿Por qué no me dijiste? ¿Quién es? ¿Cómo se llama?
—Bájale a la intensidad, Lix— dije con una sonrisa, realmente amaba a mis amigos—. No lo conoces, ni deberías...
Frunció el ceño— ¿Por qué no debería?— desvié la vista al suelo, pero él la levantó con su mano en mi mentón— ¿En qué te has metido, Innie?
—En nada malo, puedo jurártelo, es que...
Mi celular vibró en mi bolsillo, cortando toda interacción con Lix. El nombre de aquel chico apareció en la pantalla; contesté de inmediato.
— Diga.
— ¡Innie!— su voz me sobresaltó— ¿Recuerdas cuando me dijiste que tu padre ocultaba algo?
— Lo recuerdo.
— Pude descubrirlo.
Bajé de las gradas y me alejé de los demás para que no me oyeran— ¿De qué hablas, Binnie? No tiene sentido; era un mal presentimiento mío. Nada más.
— Te equivocas— incluso desde la otra línea sabía que estaba sonriendo—. Tiene un laboratorio secreto. Realizan experimentos ilegales y tienen sustancias desconocidas. Virus. Enfermedades. Cualquier cosa de ese estilo...
Mi corazón latió con fuerza— Imposible. Mi padre no tendría algo así. Él es un hombre de bien.
—Ven a mi casa y te demostraré lo contrario.
Sin esperar respuesta, colgó la llamada.
¿Qué está sucediendo?
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