Luego de un accidente químico, un grupo de chicos se reune para sobrevivir, unidos por el trauma y el miedo constante.
Aunque, hay un inconveniente: no pueden tocarse.
Continuábamos nuestro camino a través de las carreteras desiertas, tratando de mantenernos a salvo en medio del caos. La ciudad se desvanecía en el retrovisor, pero la sensación de peligro aún flotaba en el aire. Fue entonces cuando, a lo lejos, divisé a un chico que caminaba solo por el borde de la carretera.
Hizo una seña desesperada, y consideré detenerme. Sin embargo, Jisung, alerta, me advirtió sobre la posibilidad de que fuera una trampa.
—No sabemos quién es o qué intenciones tiene —susurró.
El chico también portaba un arma, pero algo en su expresión indicaba que no era una amenaza inmediata.
—Podría necesitar ayuda —dije.
—Si quiere asesinarnos, te diré un "te lo dije".
—¿Así me agradeces por salvarte?
Chasqueé la lengua mientras detenía el auto junto a él, llevé mi mano a mi propia arma por precaución. El chico se acercó, mostrando signos de alivio. Bajé la ventanilla, aún cauteloso.
—¿Qué pasó? ¿Estás solo? —pregunté.
Nos contó una serie de eventos interesantes; estaba con sus amigos, pero se separaron por una mujer que tomó la camioneta, el choque, su amigo atrapado y la llamada.
Jisung tomó mi brazo y susurró algo en mi oído —No nos está contando todo.
—¿Cómo lo sabes?
—Simplemente lo sé.
Observé al chico y extrañamente me resultó familiar; ¿cómo no lo noté antes?
—¿Cuál es tu nombre?
—Jeongin.
La realidad me cayó de golpe, suavicé mi agarre sobre el arma —¿Conoces a Felix?
—Sí, somos compañeros de arquería.
Volteé hacia Jisung y le dediqué una sonrisa —No hay peligro, es amigo de mi hermano —volví mi vista a Jeongin—. Puedo ayudarte a encontrar a tus amigos.
Jisung pareció considerar la oferta por un momento y luego asintió.
—Sube. Buscaremos a tus amigos juntos.
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