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No es posible reconocer cuándo comenzó todo. Un día despertó en mitad de la noche, sin reconocer del todo qué lo había despertado. Mika, su minina, dormía en su almohada junto a su cama, por lo que siguió durmiendo. Los sucesos continuaron ocurriendo en los días siguientes, hasta que despertar alrededor de las 3 de la mañana se convirtió en una rutina. A veces, Mika se encontraba despierta y en alerta, otras veces dormía plácidamente a su lado. Los despertares nocturnos no eran un gran problema que afectara su higiene del sueño, pero se quejó un par de veces con su mejor amigo al respecto. Como el Comisario Victor Volkov de la ciudad de Los Santos, debía cuidarse tanto física como mentalmente, aunque debía admitir que siempre había tenido inconvenientes con el acto de dormir y siempre había sabido controlar los inconvenientes que esto trajera.

El trabajo seguía siendo agotador como siempre, atendiendo denuncias ridículas y asistiendo a robos de licorerías que terminaban en persecuciones fallidas, una tarea común.

—Necesitas buscarte una novia.

—Disculpa. —soltó, cerrando su casillero con molestia, para luego voltear a ver a su amigo y compañero de trabajo.

—Cada vez te ves más estresado.

—Ya te dije que no duermo bien... —habló mientras arreglaba su cabello frente al espejo de los vestidores.

—Nunca has dormido bien. Cuando te conocí, tenías insomnio. Luego te quedabas dormido a las 10 pero llegabas al trabajo a las 5 de la mañana, ya bañado. Ahora duermes 8 horas, pero despiertas en medio de la noche. Yo lo veo como un progreso.

—Greco, cállate la boca...

—Vamos, ¿no has pensado en hacerte una app de citas?

Soltó un suspiro molesto mientras frotaba su frente con los dedos. Greco siempre tenía ocurrencias extravagantes, pero la idea de una aplicación de citas parecía absurda en medio de su vida tan agitada y llena de responsabilidades.

—En serio, Greco, no tengo tiempo para esas cosas. Mi trabajo es demandante y cuando no estoy en la comisaría, estoy tratando de descansar. Además, ¿cómo voy a encontrar a alguien en medio de mis despertares nocturnos? No creo que ninguna mujer quiera lidiar con eso.

Greco levantó una ceja y sonrió con picardía. —Bueno, no sabes si no intentas, ¿verdad? Además, las aplicaciones de citas son convenientes. Puedes echar un vistazo en tus momentos libres y, quién sabe, tal vez encuentres a alguien interesante que entienda tu situación.

El barbudo lo hizo todo por él, llenó su perfil, subió la fotografía de perfil y llenó los datos de contacto. Deslizó su dedo por la pantalla, viendo las fotos y perfiles de las mujeres que aparecían. La mayoría parecía estar buscando relaciones serias, pero él no se sentía seguro de poder comprometerse en ese momento de su vida. Durante el día, continuó con su trabajo, olvidando la aplicación en su teléfono y con ella, todos los consejos estúpidos sobre coqueteo que le dio Greco.

Esa noche, despertó cerca del amanecer, un horario distinto al que normalmente despertaba. Acostumbrado al suceso, volvió a cerrar los ojos. Esta vez escuchó un ruido, uno parecido a un arrastre. Levantó la cabeza, observando hacia la puerta de la habitación. Se sentó en la cama observando a su alrededor. Debido a la hora, el cuarto no se encontraba tan oscuro, lo que le permitió observar con más claridad. A pesar de que el sonido de arrastre lo sintió dentro del cuarto, se levantó tomando su arma y caminó hacia la puerta despacio. La abrió asomándose por el pasillo y continuó acercándose hasta la cocina y la entrada de su departamento. Todo se mantenía en su lugar, por lo que finalmente, y creyendo que podría haber sido producto de su imaginación, volvió a la cama.

Una noche, las cosas cambiaron. Despertó alrededor de las 3 de la mañana como siempre, esta vez notó que Mika no se encontraba en su almohada junto a su cabeza. Se sentó en la cama mirando a su alrededor, acostumbrándose a la oscuridad. Mientras observaba, la vio, una sombra en la esquina junto a la puerta. La ventana estaba en el otro extremo del cuarto, por lo que la luz de la calle no le permitía reconocer qué era. Encendió la lámpara con rapidez y pudo ver cómo la sombra se movía, luego la perdió de vista. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral, era imposible que un humano fuera tan rápido y estaba seguro de que antes de que la luz se encendiera, aquella cosa se había movido. El único lugar para esconderse eran los armarios y bajo la cama. Antes de poder continuar racionalizando la situación, sintió un maullido que reconoció de inmediato. Perdiendo todo el miedo anterior, se levantó apresuradamente y salió del cuarto, encendió algunas luces buscando con la mirada a la mínima, hasta que al acercarse a la cocina la vio tirada en el suelo. Su respiración se detuvo por unos segundos y se lanzó al suelo para abrazar a la pequeña peluda, quien maulló en sus brazos. Se levantó llevándola al cuarto y al dejarla sobre la cama, pudo ver cómo su pequeña se arrastraba por las mantas. Presa del pánico, se vistió con las primeras ropas que encontró y metió a la gatita en su caja transportadora, salió del departamento.

AQUELLO (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora