XII

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Al día siguiente, Horacio se despertó en la habitación de Volkov. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, pintando patrones de luz en las paredes. Aunque su cuerpo aún estaba adolorido por la herida de bala, se sentía mejor que la noche anterior.

Se incorporó lentamente y observó la habitación, tratando de recordar cómo había llegado allí. Recordaba vagamente el disparo y a Volkov cuidando de él. La preocupación por su amigo lo llenó de gratitud.

Se levantó con cuidado y se dirigió a la cocina. Volkov estaba allí, preparando café. Al verlo, Horacio no pudo evitar sonreír débilmente.

—Buenos días —saludó, su voz aún un poco débil debido a la herida.

—¡Horacio! —Volkov se giró sorprendido y aliviado al verlo despierto. Se acercó a él con rapidez—. ¿Cómo te sientes?

Horacio asintió, aunque aún se notaba pálido. Volkov le sirvió una taza de café y lo ayudó a sentarse.

—Me siento mejor gracias a ti. ¿Qué pasó anoche?

Volkov le explicó lo sucedido y cómo lo había encontrado herido en su apartamento. Horacio asintió, agradecido por la preocupación y la ayuda de su amigo.

—¿Qué te sucedió a ti? —pregunto Volkov sentándose frente a él

Horacio se movió al incómodo, sin saber como comenzar la historia —digamos... que intentaron cazarme

—¿cómo? —se podía ver la sorpresa en el rostro del mayor

—un tipo, no diría que trabaja conmigo pero algo asi, me vio hace un tiempo, en la montaña, ya sabes, esa que está cerca de la sede —aclaró, viendo la confusión del ruso —pues me vio una noche por allí, yo transformado por supuesto

—y sabe quien eres?

—nunca me a visto transformándome, aunque una vez estuvo apunto, no tiene pruebas para demostrarlo, pero desde que me vio en la montaña, va bastante seguido a la sede

—¿trabajas con él?

—se llama Philips, es el director de la facción de narcóticos

—la DEA?

Horacio asintió —siempre a querido ser del FBI, así que supongo que se cree uno

—dejame ver si entendí —dijo Volkov tomando asiento frente a él —Phillips, director de la DEA, te vio convertido en aquello y ha decidido que te matara, pero él no sabe que tu eres tu, ¿no?

Horacio asintió —y aun que lo sepa solo empeorara las cosas, ya te lo dije, quiere mi puesto, así que saber mi secreto solo le dará más razones para matarme y así obtener mi puesto

—no, por dios —soltó acomodándose en el sofá para estar más cerca de H —nadie te mataría por un puesto de trabajo

—pues entonces no los conoces bien —Horacio pasó una mano por su cabello —tal vez en tu posición no es tan así, pero acá arriba no es todo tan lindo como lo pintan

Volkov escuchó atentamente las palabras de Horacio y asintió con comprensión. Aunque sus vidas eran muy diferentes, comenzaba a entender mejor la complejidad del mundo en el que Horacio se movía como agente federal de alto rango. —¿Cómo te heriste anoche?

Horacio bebió un poco de su café, lamiéndose los labios ante lo sabroso que estaba —a veces me transformo solo para correr por el bosque, en ocasiones he encontrado a gente vendiendo drogas y los asustó. anoche fui a correr como siempre, todo estaba tranquilo, no había visto a Philips en días, pero mientras escalaba un árbol recibí un disparo de un agente de la DEA, comencé a correr y me di cuenta que estaba rodeado de agentes, no podía transformarme de nuevo por que seria sospechoso y ya estaba herido, así que me deje caer barranco abajo y vine hacia aquí...

AQUELLO (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora