IX

108 14 1
                                    

Volkov quedó paralizado ante las palabras de H, sintiendo que el suelo desaparecía bajo sus pies. La realidad se volvía borrosa a su alrededor mientras luchaba por procesar lo que acababa de escuchar. Sus ojos se clavaron en el hombre de cresta roja, el mismo hombre que había estado compartiendo su hogar en forma de criatura, la misma criatura que había llegado a conocer y que había creído que podría ser algo más que una simple entidad.

—No puede ser... —murmuró Volkov, sintiendo cómo su voz temblaba.

H bajó la mirada, como si sintiera la gravedad de la revelación. —Sé que es difícil de comprender. Lo que ves como la criatura... soy yo. O mejor dicho, una forma que asumo para poder comunicarme contigo.

Las palabras de H resonaron en la mente de Volkov, y todo comenzó a encajar. Los encuentros en su departamento, los momentos en los que la criatura lo había protegido y acompañado, las conversaciones silenciosas que habían compartido. Todo tenía sentido ahora, pero a la vez, sentía una mezcla de emociones encontradas.

—¿Por qué? ¿Por qué tomar esa forma? ¿Por qué todo esto? —preguntó Volkov, su voz cargada de confusión y frustración.

H se pasó una mano por el cabello, pareciendo incómodo ante la pregunta. —No es sencillo de explicar... pero, si te puedo decir que nosotros —dijo mientras hacía un gesto con su dedo apuntando a uno y al otro —tenemos una unión especial, una unión que me permite vivir en paz...

—¿de qué estás hablando? —soltó incrédulo el ruso

—y esa unión es más llevadera para mi si estoy contigo, pero, no podía acercarse a ti como el director del FBI, entonces-

—entonces decidiste convertirse en una criatura espeluznante, matar a gente inocente y aterrorizarme cada noche por que no se te ocurrió presentarte como el puto director del puto FBI que eres. —sentenció furioso Volkov

—si —soltó suspirando el menor —por que soy un cobarde...

Volkov dio media vuelta, acercándose a su vehículo en el estacionamiento del bar.

—¡espera! —grito H persiguiéndolo —te irás así? podrías tener un accidente, deja que te lleve o le digo Alanna —hablaba Horacio mientras seguía a paso apresurado al menor, hasta que este se detuvo, haciéndolo chocar con su espalda

—Está bien. —soltó molesto —llévame a casa. —sentenció

H se mantuvo parado estático en su lugar, hasta por fin reaccionar y correr hacia un auto deportivo negro con luces neón y accesorios llamativos. Volkov definitivamente no estaba preparado para que la criatura que lo atormentaba de noche fuera aquel sujeto tan pintoresco.

Ambos se subieron al llamativo vehículo, H llamo a M haciéndole saber que se marcharía con el comisario, y este no hacia mas que arrepentirse de haber aceptado el aventon, ya se imaginaba los rumores que se esparcirían sobre él y el director, Pero también debía admitir que cuando M le pregunto por un amorío con un hombre, había pensado que la criatura era lo más parecido a tener a un novio celoso esperándolo en casa, y ahora esa misma criatura, conducía un deportivo carísimo, con el de copiloto. Comenzaba a sentirse molesto de nuevo.

El viaje de regreso al departamento de Volkov fue tenso y lleno de silencios incómodos. Volkov no podía dejar de sentir una mezcla de emociones, desde la incredulidad por la revelación sobre H hasta la molestia por haber sido manipulado de esa manera. Miraba por la ventana, viendo los edificios y luces de la ciudad pasar, mientras trataba de procesar todo lo que había aprendido en tan poco tiempo.

Finalmente, llegaron al edificio donde se encontraba su departamento. Volkov suspiró, sintiéndose agotado por toda la situación. Se volvió hacia H, con una mirada entre confusión y determinación.

AQUELLO (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora