VI

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Esta vez tenia turno nocturno, al entrar a comisaria para buscar un chaleco, pudo ver a los jóvenes oficiales murmurar nerviosos, hace minutos habían encontrado a un "demente" en medio de la carretera, un caso como ese no habría llamado su atención si no hubiera visto el retrato hablado. El hombre de unos cincuenta y tantos aseguraba haber sido atormentado por alguna especie de criatura que se "alimentaba" de su miedo. Según él, la criatura le había arrancado un dedo, pero el informe médico decía que había sido un accidente de trabajo, todo indicaba que el sujeto estaba teniendo un brote psicótico, pero Volkov no podía apartar la mirada del dibujo, las facciones del rostro eran distintos, podía asegurar que de hecho aquello era de sexo femenino, muy distinto a la cosa que lo atormentaba a el, pero al mismo tiempo, de la misma especie.

¿cómo había llegado el sujeto a la carretera? decía haber asesinado a la criatura y haberla enterrado en el bosque, pero que al ir a visitar la improvisada tumba de aquello, había encontrado un agujero vacío, por lo que había excavado con las manos y finalmente había decidido correr por su vida.

Se sentó frente al hombre, viéndolo temblar y rasguñando obsesiva mente sus brazos. Volkov mantuvo la mirada fija en el hombre, tratando de descifrar su expresión y encontrar algún indicio de verdad en su historia. Aunque el relato parecía inverosímil y más propio de una mente perturbada, no podía ignorar la extraña coincidencia con la criatura que había estado apareciendo en su vida últimamente.

—Escuche, señor, entiendo que esté pasando por un momento difícil, pero necesito que me explique con calma lo que ocurrió —dijo Volkov en tono calmado, esperando ganarse un poco de confianza del hombre.

El hombre soltó un gemido y levantó la mirada hacia Volkov, sus ojos mostraban una mezcla de terror y desesperación. Parecía luchar por encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que había vivido, buscando una persona que le creyera.

—No puedo... no puedo describirla con exactitud. Era... horrible, una pesadilla hecha realidad. No sé de dónde vino, pero me siguió, me acosó durante días y finalmente... finalmente me atacó —balbuceó, sus manos seguían temblando mientras intentaba articular las palabras.

Volkov asintió comprensivamente. Aunque la historia parecía cada vez más delirante, no podía evitar que cierta inquietud se instalará en su mente. Miró nuevamente el retrato hablado y luego al hombre.

—Dígame, ¿sabe algo más sobre esta criatura? ¿Alguna pista que pueda ayudarnos a entender lo que pasó? —preguntó Volkov con cautela.

El hombre soltó un suspiro tembloroso y se pasó las manos por el rostro.

—No... no sé mucho más. Solo sé que no soy el único, pero la mayoría piensa que estamos locos, que es solo nuestra mente jugándonos malas pasadas —murmuró con una mirada perdida.

La criatura. La imagen de ella se asomó en su mente una vez más. ¿Podría ser posible que hubiera algún tipo de conexión entre el hombre en la carretera y la misteriosa entidad que lo acompañaba en las noches?

Volkov sabía que debía descubrir la verdad. —La cosa esa... ¿cómo te deshiciste de ella? —preguntó con firmeza, buscando respuestas en los ojos del hombre.

El hombre levantó la vista, dejando de lastimarse. —Se alimenta de tu miedo, disfruta verte temblar de miedo y no se saciará hasta verte llorar y cagarte en tus pantalones.

El ruso asintió con suavidad. —Dijiste que mataste a esa cosa y la enterraste, ¿no?

—Aquello se alimenta de ti, de tu cansancio, de tu enojo, de tu miedo.

—La enterraste —aseguró el ruso, viendo asentir al hombre.

—La maté de hambre.

—¿Cómo lo hiciste?

AQUELLO (Volkacio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora