↬ Dottore's Fanfic ¦ Los dioses son crueles, enfermos y retorcidos. Durante quinientos años, creyó que estaba destinado a estar solo. Lo había aceptado durante mucho tiempo, incluso había abrazado su realidad. Es decir, hasta que una noche de plen...
໒✦⋮ Construcción de mundo para Snezhnaya & Fatui & Fontaine, Dottore.
໒✦⋮ Notas: Esto no fue tan largo como yo quería que fuera, pero estoy feliz de que lo tengo a tiempo aufhdasuidfh no pensé que iba a ser capaz de hacerlo. Lo siento mucho que no he respondido a las preguntas todavía!
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"Entrega al niño".
Reconociste a los hombres que estaban al final del pasillo ahora que se habían acercado un poco más: dos nobles que habían estado en el salón de baile durante el evento. No sabías sus nombres, pero Artem te había dicho que pertenecían a la familia Skliar de Snezhnaya occidental, una familia que era especialmente antifatui y muy ruidosa... cuando los fatui no estaban presente, claro. Eran los dos hijos menores de la familia, unos años mayores que tú.
Artem se había sorprendido de que la familia apareciera y tú pensaste que probablemente tenían motivos ocultos...
... ¿Pero esto?
Tus brazos se estrecharon un poco alrededor del somnoliento niño que descansaba entre ellos por lo que se removió un poco al notar el movimiento. Desgraciadamente, era muy observador y pareció darse cuenta enseguida, por la tensión de tus hombros, de que algo iba mal. Quisiste decirle que volviera a dormir, pero no pudiste pronunciar las palabras antes de que se moviera.
Cuando miró a su espalda para ver qué ocurría, todo su cuerpo empezó a temblar y sus ojos rojos se abrieron de par en par al ver a los dos hombres. No lloraba ni emitía ningún ruido de miedo, era una especie de temor petrificado que te hacía desear poder esconderlo hasta que se te ocurriera qué hacer y cómo manejar esto.
Miraste brevemente hacia abajo, más allá de su cara, hacia donde sus piernas colgaban a ambos lados de tu cuerpo, recordando cómo estaban totalmente heridas y sangrando hasta el punto de que era claramente doloroso para él caminar sobre ellas. Pensaste que tal vez había sido torpe y se había tropezado al subir o bajar unas escaleras, pero entonces recordaste cómo se había escondido cuando lo viste, apretujado entre las sombras de una alcoba.
Lo habían estado persiguiendo.
"Eh, chica, ¿me has oído? Entrega al niño", exigió con dureza el más bajo de los dos, dando otro paso adelante.
Ahora se podía ver a menor distancia la ansiedad que acribillaba su cuerpo. Le temblaban los dedos y sus ojos se desorbitaban como si de las sombras fueran a brotar monstruos que lo hicieran pedazos.
Eran audaces al atacar a los Fatui mientras se encontraban en su bastión más protegido, por no decir un poco insensatos -una parte de ti se preguntaba si estarían borrachos o no, habías observado que algunos de los aristócratas más jóvenes engullían alcohol para intentar hacer la noche lo bastante soportable como para pasarla-. Te preguntaste si sabían que el Noveno Heraldo no estaba más que a unos metros de ellos, tras el muro a su izquierda. Podrías haberles elogiado por su valentía si no tuvieran como objetivo a un niño.
