Extra 02.

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𝐌𝐈𝐍𝐋𝐈𝐗

[...]

En el hospital se oyen confesiones de amor más honestas que en una iglesia y en un aeropuerto se presencian más lágrimas genuinas que en una funeraria.

Pero esos lugares jamás le ganarán a el lugar donde se presencian las mejores confesiones de amor, las lágrimas más pesadas, las peleas más mortales y las tristezas más dolorosas.

Un bar.

Y ahí es en donde Lee Minho solía pasar sus días —usualmente—, demasiado seguido para el gusto de cualquier persona que se preocupa por él. Ahogar las penas en alcohol jamás suena como unabuena idea, pero siempre es la opción que la humanidad suele tomar de primera.

Es hermoso, aunque mortal. Apagar tu mente por horas y no sentir más esa cuerda que se postra alrededor de tu cuello cerrando el paso del oxígeno y haciéndote sentir como una completa basura.

Como un completo inservible.

La vida para Lee Minho jamás ha sido fácil. Sus padres no tienen interés en saber de él, su hermano huyó de su hogar con su verdadero amor cuando tuvo la oportunidad, sus relaciones suelen terminar en desastres y su trabajo es tan vacío como su corazón.

Sí, gana mucho dinero, pero, ¿Qué puede hacer con dinero si no tiene nada más aparte de eso?

El dinero es la fuente de la vida, y por supuesto que trae felicidad, pero Minho cambiaría su fortuna por tener una persona que lo ame a su lado. Que lo ayude cuando esté enfermo, que cene junto a él en las noches de tormenta o que simplemente disfrute de su compañía.

Minho tiene amigos increíbles, son su familia, pero al crecer cada uno hizo su vida y dejaron de preocuparse por el resto. Es el ciclo de la vida. Lamentablemente Lee se quedó atascado, sin saber cómo salir del agujero negro en el se encuentra atrapado.

Tiene veintisiete años y vive como si tuviera diecinueve, y está harto.

—Hey, chico lindo, ¿Estás bien? —escuchó una voz frente a él.

Ya está bastante acostumbrado a contar sus tristes anécdotas a los meseros del bar. Eran casi su segunda familia.

Alzó su mirada y cada gota de oxígeno que tenía en sus pulmones se esfumó por completo. Su corazón retumbó con fuerza en su pecho y sintió una capa de sudor inundar sus palmas.

Un precioso Omega se encontraba de pié frente a él, observándolo con unos preciosos ojos color avellana.

—He estado mejor —murmuró.

Era extraño observar al pelinegro en ese lugar. Vestía un caro traje de diseñador, lucía un reloj que posiblemente costaba el triple de lo que ganaban los trabajadores mensualmente y se notaba a kilómetros que no pertenecía a aquel bar de mala muerte.

—¿Quieres hablar al respecto? —preguntó el Omega con aroma a vainilla y brisa marina.

—Con todo respeto, ¿Qué podría importarte mi vida?

El joven esbozó una tierna sonrisa y alzó sus hombros, restándole importancia.

—Llámalo trabajo, un buen acto de humanidad o que soy demasiado curioso para mi propio bien.

Minho no pudo evitarlo y esbozó una pequeña sonrisa.

—Esa curiosidad podría traerte problemas en el futuro.

El castaño alzó sus hombros una vez más —para Minho se veía adorable haciéndolo— y soltó la pieza de tela que llevaba en sus manos contra la mesa.

↦  Aveugle ҂ ChanSung. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora