Fue, con diferencia, la sensación más extraña que ambos habían experimentado en su vida.
Cuando R les tocó, sintieron al instante como si sus cuerpos se hubieran quedado completamente congelados, carentes de toda vida. Un fugaz horror que, por fortuna para ellos, solo duró un instante.
Tal y como R les había pronosticado, aparecieron en un lugar totalmente salvaje. Pero la vegetación era diferente a la de su anterior localización, lo que daba a entender que estaban en otro ecosistema, y por ende muy lejos del punto desde el que R los envió. Por si esto fuera poco, era de noche, por lo que estaban en una franja horaria diferente; En otro país.
Siguieron las indicaciones de caminar todo recto y sin desviarse, pese a que a Ana le dolían ya las piernas de tanto andar. En lo que duró el trayecto, apenas se dirigieron la palabra. Principalmente se debía a la intención de Ana de no gastar las pocas fuerzas que le quedaban en palabrería, pero Feit tampoco tenía muchas ganas de conversación. El hecho de que Cheeta no estuviera junto a él le hacía estar imbuido en una constante y tensa desconfianza, pues sabía que aún no estaba preparado para enfrentar peligros del calibre del agente de la INDRA que se había cruzado en su camino y que Cheeta tuvo que derrotar.
Finalmente, y tras tener que traspasar una escarpada zona de afiladas y masivas formaciones rocosas, llegaron al borde de un riachuelo, desde donde podían divisar, a no mas de cien metros de distancia, la tan ansiada cueva. La entrada no era para nada discreta: un enorme boquete en el lateral de un risco.
Ambos estaban expectantes ante la más mínima señal de humanidad, pues según R era probable que encontraran a alguien incluso antes de adentrarse en la cueva.
Pero al parecer, este no iba a ser el caso. Con cautela, se aproximaron hasta la entrada poco a poco. Cuando estaban a menos de quince metros de esta, pudieron apreciar que había luz proveniente de las profundidades de esta. Así mismo, tambien se dieron cuenta de que, tras la entrada, había una especie de cuesta abajo muy inclinada, lo que hacía necesario entrar o bien de un salto, o bien arrastrándose. Esta inclinación era la causante de que no se hubieran percatado de que había luz dentro hasta que habían estado lo suficientemente cerca.
Tras intercambiar unas pocas palabras sobre su hallazgo, siguieron avanzando. Tal y como habían contemplado momentos antes, un desnivel de unos cinco metros les esperaba recién pasada la entrada. Más allá de este, había un largo túnel desde el que llegaba la anaranjada luz, que muy probablemete era de una hoguera.
Había bastantes maneras de llegar abajo, pero Feit optó por la rápida.
"Dénesis, toma mi cuerpo."
"Si."
A Feit le sorprendía el cambio de actitud tan drástico que Dénesis había sufrido desde que salieron del hospital. Había pasado de ser un malicioso y entrometido cabrón a ser alguien completamente pasivo, que se mantenía en silencio y solo daba señales de existencia cuando Feit le llamaba.
A Feit no le gustaba aquello, de algún modo le hacía sospechar. Pero ya tendría tiempo de conversar tranquilamente con su unka más adelante; Lo importante en aquel momento era seguir adelante.
Así, los ojos de Feit se tornaron verdes, tomando Dénesis el control. Sin necesidad de recibir instrucciones, hizo exactamente lo que Feit quería: le dijo a Ana que se sujetara fuerte a su espalda, para después saltar. La caída de cinco metros, que habría quebrado las piernas de cualquier humano corriente, no supuso ningún problema.
"Bien, es suficiente."
Pensó Feit para Dénesis que, de forma obediente, le volvió a entregar el control de su cuerpo.
✝¿Hola?✝
Preguntó Ana alzando el tono de voz mientras se desencaramaba de la espalda de Feit para volver a ponerse en pie.
El sonido emitido por sus cuerdas vocales produjo un escandaloso eco, que tardó unos cuantos segundos en desaparecer. Pero no hubo respuesta.
✝No parece que haya nadie, ¿qué hacemos?✝
Preguntó en voz baja su acompañante.
✝Seguir.Aunque no podamos ver lo que hay al final del túnel desde aquí por que hay un giro a la derecha, esta luz que llega hasta aquí es de una hoguera, una estufa, o algo así. Tiene que haber alguien.✝
Respondió Feit mientras se encaminaba por el tétrico y frío túnel de roca. Ana lo siguió. El eco de sus pasos era el único sonido que llegaba hasta sus oídos, lo que creaba un espeso e incómodo ambiente de aislamiento.
Finalmente llegaron al pronunciado giro a la derecha del túnel. Al pasarlo, se encontraron de frente con la respuesta a sus preguntas.
Una enorme cámara, con estalactitas, estalactimas, e incluso un pequeño reguero de agua subterranea. Aquel lugar superaba fácilmente los trescientos metros cuadrados.
Y estaba enteramente repleta de señales de vida humana. Utensilios, muebles, ropa... e incluso una enorme libreria. Además de, tal y como era de esperar, una buena hoguera sobre la que alguien había puesto a asar varios peces.
Pero no les dio tiempo a decirse ni una palabra el uno al otro, pues una heladora voz les amenazó a sus espaldas.
✝Dadme una razón por la que no debería mataros aquí y ahora.✝
Feit y Ana se dieron la vuelta lentamente, viendo a la persona que acababa de hablarles. Era un hombre de aspecto duro, que parecía rodar los cuarenta años. Su cabello castaño oscuro estaba desaliñado, pero no sucio, y contaba con una barba bien recortada, ligeramente más larga en la barbilla.
✝Venimos de parte de Cheeta.✝
Respondió Feit, mientras poco a poco se recuperaba del susto. En algún momento aquel hombre había empezado a seguirles, pero en ningún momento habían notado su presencia. Fuera quien fuera, estaba claro que debían tener cuidado con él.
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Alas Rotas ©
ParanormalFeit, un chico de 16 años, ha tenido siempre una vida socialmente difícil a causa de su sobrepeso. La atracción que siente por una chica que sabe que no es para alguien como él hará que una criatura sobrenatural aparezca en su vida con algo que ofr...