iii. innocent

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El frío de Nueva York le pego en el rostro, refrescando las recientes lagrimas que bajaban por sus mejillas

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El frío de Nueva York le pego en el rostro, refrescando las recientes lagrimas que bajaban por sus mejillas. Su rostro se sentía helado, al igual que el resto de su piel.

—¿Bell?

El susurro de un apodo que se usaba en el pasado hizo que se diera la vuelta. Roger se hallaba igual de consternado que ella, sus ojos estaban rojos de lo irritados que estaban.

Lo unico que él quería en ese momento, era escuchar su voz, le parecia irreal que su hermana que fue raptada y según muchos estaba muerta, estuviera ahora mismo frente a él.

—¿Puedes hablarme? Es que siento que desaparecerás en cualquier momento.

Su paso hacia ella era lento, no queriendo agobiarla pero necesitando de ella al mismo tiempo.

—Es que, siento una opresión en el pecho—los ojos le ardían, apretó su remera donde se colocaba su corazón—Pase la mitad de mi vida con mi secuestradora, la que quería que llame "madre". Yo sabía que algo no estaba bien pero la maldita runa no me dejaba irme, tal vez si hubiera peleado un poco mas ese día, estaríamos juntos.

Roger tenía una expresión confusa. Se acercó a ella y le tomo las manos, mostrando su apoyo.

—¿De que runa hablas?

Bellamy paso su mano por sus mejillas, retirando las lagrimas restantes.

—Jocelyn hizo una runa en mi y en Clary para que no me pudiera alejar, estar lejos de ella me mata, me debilita como si estuviese corriendo millas.

Roger se la quedo mirando escéptico, su cuerpo no se podía mover hasta que escucho como Bellamy comenzaba a llorar, su cuerpo temblaba con espasmos, poso su mano en su boca, intentando callar los gimoteos que luchaban por salir.

En ese momento los brazos de Roger la rodearon y por primera vez en años se sintió protegida, sus manos se sostuvieron de la parte baja de su espalda, apretando la prenda como si fuera a desaparecer.

Despues de un rato, Roger con toda la pereza del mundo, se separó de su hermana, la tomo del rostro con ambas manos y la miro a los ojos que eran tan parecidos.

—Esa runa desaparecera, ni yo, ni mama, ni papa dejara que pases tu vida vinculada a esa maldita.

Los ojos de Bell se cerraron por un instante al oír los apodos de sus progenitores, los extrañaba muchísimo. Roger pareció darse cuenta de eso.

—Ellos no lo podrán creer, buscamos hasta abajo de las rocas y no hallamos nada. Pasaron años deprimidos hasta que el dolor fue parte de nuestras vidas.

Ambos se miraron a los ojos antes de volver a abrazarse, transmitiendo todo el cariño y sintiendo como aquel vacio era rellenado.

—Bueno bajemos, quiero decirle un par de cosas a esa chiquilla.

somebody to love|| alec lightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora