Cinco.

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Narra Lilly:

Siento un cuerpo pegado a mi espalda y unas piernas enredadas con los mías. Además del brazo que abraza mi cintura. Me giro un poco para ver su cara. 

"Genial, un cariñoso".

Pongo los ojos en blanco y miro al techo. Intento quitar su brazo, cogiéndole un dedo con cuidado, pero parece como si su piel estuviera pegada a la mía. Su agarre se hace más fuerte y me arrima más a él.

"Mierda".

Como no me soltase pronto podría dejar de respirar. Me remuevo hasta que afloja un poco su brazo. Suspiro y miro por la ventana que está del lado en el que yo me encuentro en la cama. Aún es de noche. Noto su mano subiendo por mi vientre hasta uno de mis pechos. Abro los ojos con sorpresa y bajo la vista para comprobar que no me lo he imaginado. No, no era una imaginación.

"Mierda, mierda, mierda".

Resoplo y ahora con más ganas intento de nuevo retirar su mano de mi pecho, pero no lo hace. Vaya sorpresa. Aprieta un poco su mano y yo me quejo en un susurro.

"¿Pero qué malditas formas de dormir son estas?".

Maldigo el momento en el que decidí quitarme el sujetador antes de dormirme. Un sonido ronco y arrastrado sale de su garganta mientras sigue masajeando mi pecho. Noto su miembro duro en la parte baja de mi espalda.

"¿Qué? ¿No estará soñando con...? Oh, perfecto".

Sonrío mientras escucho mis pensamientos y a cada segundo que pasa, puedo ver lo cómico de esta escena. Me empiezo a reír en silencio para no despertarlo.

"Oh dios mío".

Nunca me había pasado eso y tampoco quiero que me vuelva a pasar. 

Al ver que no tenía pensado soltar mi pecho, decido tratar de dormirme y lo consigo.

Abro los ojos y observo la habitación. Me siento desorientada por unos segundos hasta que llegan a mi cabeza los recuerdos de la noche anterior. Miro el otro lado de la cama y observo que está vacío. Me parece extraño porque siempre me despierto yo antes que ellos.

"No me puedo haber dormido...".

Salgo de la cama como si tuviera un muelle y busco mi ropa por la habitación. No está por el suelo, pero yo recuerdo haberla dejado por ahí. Miro por la habitación hasta que la encuentro toda perfectamente doblada sobre la cómoda.

Me visto con rapidez, pero no me subo la cremallera del vestido. De mi bolso saco el cepillo de dientes que siempre suelo llevar conmigo y abro una puerta en la habitación de lo que creo que es el cuarto de baño. Sí, no me he equivocado. Me lavo los dientes con rapidez y me arreglo el pelo. Salgo y me pongo los tacones. En ese momento, lo veo entrar a la habitación por el rabillo del ojo. Solo lleva una toalla colgada de su cintura dejando una perfecta vista de su torso y la V. Los dibujos en su piel me gustan. No, no me gustan. Me ponen. Sí, esa palabra es la más correcta. Se acerca a mí con la intención de ayudarme a subirme la cremallera del vestido, pero me muevo.

-Yo puedo- digo dándome la vuelta para mirarlo. Él asiente sonriendo.

-Buenos días para ti también- dice con una gran sonrisa en su cara.

Por las puntas de su pelo resbalan algunas gotas de agua. Se quita la toalla de la cintura y se la lleva al pelo frotándola contra su cabeza de forma agresiva.

"Que poco pudor".

Miro la parte que acaba de dejar desnuda y me muerdo el labio, luego echo un vistazo a su cuerpo completo. Este hombre está muy bien hecho.

On Air  »h.s«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora