Seis

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Me miro al espejo cuando me pongo el vestido. Es ajustado y me llega hasta la mitad del muslo, el color azul celeste contrasta con mi piel morena debido al reciente sol del verano. Tiene escote en forma de V y tirantes anchos. Dudo entre ponerme medias transparentes o no. La verdad, no es que me apasione llevarlas porque son realmente incómodas, así que decido no llevarlas. Entro a mi pequeño vestidor y miro todos los zapatos. Mi atención se fija en unos negros cerrados con tacto de terciopelo. No me acordaba de ellos y están sin estrenar. Los cojo de detrás de otros zapatos color rojo y me los pongo. Son cómodos. Camino hasta el cuarto de baño de mi habitación y me maquillo con una base un tono más oscuro que mi piel, rímel que hace mis pestañas más largas, me pinto la raya por dentro y por fuera de los ojos, haciendo que éstos se vien más grandes de lo normal y el color gris resaltase. Nunca me han acabado de gustar mis ojos. Es un color tan raro, tan poco común, aunque por esa parte sí me gustan.

Pienso unos segundos sobre el color del que debo pintarme los labios ya que el rojo no quedaría muy bien con el azul del vestido, pero un color morado oscuro tampoco quedaría bonito. Finalmente me decanto por un gloss brillante. No es lo que yo suelo usar, pero por un día no me va a pasar nada.

Peino mi pelo con los dedos, sin desenredarlo por completo y luego lo muevo de forma que coja un poco de volumen.

Salgo del cuarto de baño y elijo un abrigo negro que llega por la misma altura que el vestido. Octubre ya ha llegado y el otoño se nota.

Cojo un bolso de mano del mismo color que el abrigo y los zapatos y meto en él lo que creo necesario. Antes de salir de casa, me miro por última vez en el espejo. No tengo ganas de salir, pero se lo había prometido a Cher y eso es suficiente razón. Me subo en el ascensor y espero con paciencia hasta llegar a la planta baja. Al salir a la calle, miro a ambos lados hasta que veo la figura de Cher aparecer caminando hacia mí. Va con una falda negra de cuero, que se ajusta perfectamente a su cintura y parte del muslo, y un crop top negro con tachuelas plateadas en la zona del pecho, acompañado de unos zapatos negros también. Lleva una cazadora marrón que le llega hasta la cintura. Aún me impresiona la forma en la que mi amiga combina las prendas, pero me impresiona aún más el hecho de que ella hace que esos conjuntos luzcan bonitos en su cuerpo, así como hacen algunas celebrities, se ponen ropa no muy bonita, pero a ellas les queda exageradamente bien. Es algo extraño, como una pregunta de la que nunca obtendría respuesta.

-Wow, pareces gótica- digo cuando ya está a mi lado- Me das un poco de miedo- reconozco riéndome. Ella se une a mí.

-Anda vamos.

Uno de sus brazos se enrosca con el mío y caminamos hasta el borde de la acera. Cher levanta el brazo llamando la atención de uno de los taxistas. Nos subimos en el coche y le decimos al hombre que conduce la dirección de uno de los locales más lujosos de toda Nueva York. Durante el trayecto, el hombre nos mira a través del espejo retrovisor, pero en el momento en que alguna de las dos lo mira a los ojos, él aparta la vista. Por este hecho, decido mirar por la ventana los minutos que queden de viaje.

Entramos al local, en este momento suena una música electrónica que hace que el pecho me retumbe y que note como si mis oídos vibrasen, como si todo mi cuerpo vibrase. Caminamos al guardarropa y allí dejamos mi abrigo y su cazadora. Nos dirigimos a la barra con dificultad debido a la masa de personas que se mueven al ritmo de la música. Un chico atractivo y que hace exhibiciones con las botellas nos atiende en seguida.

-Dos gintonics- pido subiendo el tono de voz para que pueda escucharme. Él asiente y empieza a prepararlos haciendo todo un espectáculo mientras prepara los vasos con los hielos y el limón. Cuando los tiene preparados, Cher coge el suyo y yo el mío. Saco la cartera y pagué, aún sabiendo que a mi amiga no le gusta- Gracias- digo para luego mezclarnos entre los cuerpos sudorosos.

On Air  »h.s«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora