On Air »h.s«

Diez.

Nos subimos en el ascensor y Harry pulsa algún botón y la cabina cuadrada comienza a subir. Lo miro y me muerdo el labio inferior, se acerca lentamente a mí y me roza el labio con su dedo pulgar, siguiendo por mi mandíbula hasta llegar a mi nuca, me acaricia con delicadeza y yo solo me dedico a observar la concentración que tiene puesta en cada pequeño movimiento que hace. Sus labios están separados y más rosados de lo que están normalmente.

El ascensor se para y la puerta se abre, pero no nos movemos. Harry sonríe de lado y me agarra de la mano, tira de mí fuera del ascensor y caminamos hasta la puerta de su apartamento. Toda la prisa que tenía al bajarme del coche se ha esfumado por completo. Sus movimientos tranquilos me dan calma a mí también y eso me gusta, por lo que no protesto, solo miro todas sus acciones, cada pequeño movimiento, cada pequeño detalle de lo que hace.

Abre la puerta, pero se queda parado frente a mí, extiende un brazo hacia el interior a la vez que una sonrisa de lado aparece en su rostro. Asiento con la cabeza y entro.

Me quedo fascinada por las increíbles vistas que hay delante de mis ojos. El salón está sumido en una tenue luz naranja debido al atardecer que está justo delante de nosotros. Me giro para observar el apartamento y me doy cuenta de que nunca me han interesado las casas de los hombres con los que me he acostado, sinceramente ni siquiera recuerdo las caras de algunos. La decoración no es excesiva, más bien es minimalista. El tono marrón oscuro del mueble principal y la mesita transmite paz, algo que concuerda completamente con el dueño del lugar. El sofá color beige, en forma de L, separa lo que se distingue el salón de una zona que parece ser un pequeño despacho. Un muro de alrededor de metro y medio separa la cocina de la estancia principal. Todo está aparentemente limpio y en su sitio. Me gusta.

-¿Quieres que te saque los planos de la casa y así haces un estudio a fondo?- la voz de Harry me sorprende, levanto la vista y sonrío.

Prefiero hacer un estudio a fondo de otra cosa.

Se acerca a mí con una mirada traviesa en su rostro, me muerdo el labio inferior y él se lame los suyos. Finalmente está a unos centímetros de mí, con solo un paso de cualquiera de nosotros podemos tocarnos, pero ninguno da ese paso.

-Date la vuelta- ordena.

El autoritario tono de voz con el que ha dicho esas tres palabras han hecho que mi cuerpo se encienda inmediatamente. Sonrío y hago lo que me pide. Entonces da ese paso y se pega a mi espalda, me retira el pelo dejándolo en el lado izquierdo y siento sus labios en la piel de mi cuello ahora libre. Muevo un poco la cabeza para dejarle más espacio y jadeo, sus dientes rozan con mi piel y sé que ha sonreído. Mordisquea mi cuello desesperadamente lento. Sus manos finalmente tocan mi cintura y me pegan a él hasta que no queda ni un milímetro entre nosotros. Siento el calor que desprende su cuerpo aun estando vestidos los dos. Jadeo de nuevo. Sus dedos buscan el final de mi jersey y lo levantan, yo lo acompaño con mis brazos y por unos segundos su boca se separa de mí, pero una vez que mi jersey está tirado en algún sitio, Harry vuelve a lo que estaba haciendo. Ahora sus manos suben por mi vientre dejando una sensación de quemazón por donde pasan. Aprieta mis pechos y yo gimo porque eso es una cosa de las que había estado esperando. Una de sus manos baja de nuevo y desabrocha el botón de mi pantalón con una habilidad admirable y me empuja con suavidad para que camine hasta que estoy a un paso de la gran cristalera. Admiro las vistas a la vez que siento el cosquilleo de los labios de Harry por mi cuello y hombro.

Se separa y yo me quejo, pero mi desilusión no dura mucho ya que sus manos viajan a mis brazos y los acaricia delicadamente hasta llegar a mis muñecas, las cuales rodea con sus largos dedos y las sube hasta que mi piel hace contacto con el frío cristal. Gimo por la cantidad de escenas eróticas que se forman en mi cabeza. La simple idea de alguna de esas imágenes con nosotros como protagonistas hace que mi sexo palpite. Aprieto los muslos para calmar la fuerte sensación en mi centro, pero no sé por cuánto tiempo más voy a poder aguantar. Sus manos dejan las mías, pero una juega con el encaje de la parte de abajo de mi ropa interior.