Ocho.

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Narra Lilly:

Mientras conduzco pienso en lo que acaba de pasar en la cafetería, en el suave tacto de la mano de Harry sobre la mía, las delicadas caricias con sus dedos, la pequeña corriente eléctrica que sentí en el momento en que su piel rozó la mía y el pequeño vacío cuando se rompió el contacto.

Sé que él esperaba que me fuera con él esta noche, pero realmente ahora solo tengo ganas de llegar a mi casa y acurrucarme entre las sábanas. Me paro frente a la puerta metálica del garaje y pulso el botón del mando que la abre, espero a poder pasar y cuando lo hago, conduzco hasta mi plaza y aparco. Cojo mi bolso del asiento del copiloto y me bajo, cerrando el coche después.

Abro la puerta de mi casa y me recibe el característico olor a flores debido al ambientador. Al cerrar la puerta, lo hago también con las llaves y las dejo puestas en la cerradura. La seguridad nunca está de más.

Me dirijo a mi habitación y me desvisto colocando la ropa después de quitármela. Me lavo los dientes con mi cepillo de dientes eléctrico, objeto que echo de menos cada vez que me quedo a dormir en una casa que no es la mía. Camino descalza porque es algo que siempre me ha encantado sumando que el suelo de madera está caliente por la calefacción central del edificio. Me pongo una camiseta gris de manga corta ancha y que me llega justo hasta el comienzo de los muslos y retiro todos los cojines de mi cama y quito el edredón nórdico solo por una esquina y me meto dentro tapándome hasta el cuello. Me echo de lado de modo que puedo ver la ventana y la hermosa ciudad detrás del cristal. Observo la maravillosa vista durante unos minutos, hasta que noto mis párpados pesados así que pulso un botón al lado del cabecero de la cama que cierra las gruesas cortinas granates.

La alarma suena a las cinco y media, como cada día. Me levanto y el frío hace que mi piel se erice. Me pongo unos pantalones de yoga y camino hasta el cuarto de baño, abro el grifo de la bañera hasta que el agua sale caliente. Me quito la ropa y entro en ella. Cierro la cortina gris que hace juego con los azulejos negros de las paredes y los blancos del suelo. Cierro los ojos cuando siento el agua caer por mi cabeza y resbalar por mi espalda, pecho y piernas, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo. Me lavo el pelo y luego me echo mascarilla con olor a menta, no la aclaro para dejarla actuar y mientras, me enjabono el cuerpo. Cuando acabo me envuelvo en un albornoz muy suave al tacto color blanco y me enrrollo una toalla del mismo color en el pelo. Me aseguro de que mis pies están completamente secos y no corro el peligro de resbalarme y voy a la cocina para prepararme uno de mis energéticos desayunos con zumo de naranja, tostadas, una pieza de fruta, un café y cereales integrales.

Me tomo mi tiempo para comer todo lo que tengo delante de mí mientras escucho una emisora musical de la radio. Están hablando de una nueva promesa musical y prometen poner su nuevo éxito, lo escucho con atención y me doy cuenta de que no hay que ser muy inteligente para deducir que esa "promesa" no es más que un producto de alguna discográfica que quiere ganar millones. No le doy muchas más vueltas porque no es mi vida ni voy a comprar nada relacionado con esa "promesa" y tampoco es muy importante en mi día a día. Acabo de desayunar y limpio lo poco que he manchado. Me voy a mi habitación, me quito el albornoz y lo dejo encima de la cama, me pongo un conjunto de ropa interior rosa y busco unos vaqueros azul oscuro y los combino con un jersey no muy grueso color mostaza y unos botines negros con adornos plateados.

Llevo el albornoz al baño y allí me quito la toalla del pelo, la cuelgo en el toallero y me peino, después lo seco con el secador solo para quitar la humedad y adopte su forma natural. El olor a menta inunda el cuarto y yo inspiró profundamente porque amo ese aroma. Me delineo el ojo con un lápiz de color negro y me pinto los labios de un rojo no muy intenso.

Hago la cama y cojo un abrigo de entre tiempo color caqui que me llega por la mitad del muslo. Probablemente no haga mucho frío, pero no me quiero arriesgar.

On Air  »h.s«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora