Lili Anderson

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Espere a Victoria casi toda la tarde, cada segundo que paso mire la puerta, ella no llegaba y yo comenzaba a sentirme inquieta ¿Le habrán hecho algo? ¿Se dieron cuenta donde vive? ¿Regresará? Mi cabeza estaba revuelta, ella dijo que hablaríamos cuando regresara.

- Deberías dormir linda - dijo su nana - a veces Victoria no viene a dormir.

- ¿Por qué?

- Ella... bueno, ella tiene compromisos que requieren su presencia toda la noche.

- ¿Trabaja toda la noche?

- Es una forma de decirlo - hizo una mueca con la boca - duerme, seguro que mañana te busca.

No tenía sueño, pero si ella no llegaría sería lo mejor, me dio un par de pastillas y me acosté, las enfermeras se habían ido ya, así que tendría que acostumbrarme a estar sola desde ahora. Di muchas vueltas en la cama y solo no podía dormirme, todo lo que había dormido en el día ahora me pasaba factura. Aunque me dolía todo el cuerpo me levante y comencé a inspeccionar la habitación.

Recuerdo cuando era niña yo tenía una igual, todo era rosa y tenía un enorme castillo de princesa, mi padre siempre cada vez que regresaba de algún viaje traía consigo una muñeca, tenía muchas y cada una tenía un nombre. Pero ahora esta habitación era todo menos de una niña, las paredes grises y las cortinas del mismo color, solo había una cama y dos mesitas a los lados, cada una con una lámpara, me hacía sentir extraña. Aunque no debería quejarme, vivía en un lugar peor.

Empecé a escuchar ruido que venía de afuera, me asuste un poco, pero cuando escuche su voz, una ola de emociones golpearon a mi corazón, me sentia alegre y en paz de pronto, quería salir corriendo y verla, aunque sea de lejos. Salí con sumo cuidado y comencé a bajar las gradas, retrocedí cuando escuche como hablaba de alguien más.

- Victoria - me senté en las gradas - en menos de dos meses te casas - ¿cómo? - piensas ocultarla en esa habitación todo el tiempo.

- Déjame pensar en algo - le respondió - estoy tratando de ayudarla.

- Si la lastimas, te las verás conmigo.

No quise seguir escuchando su plática, no debía escuchar conversación ajena, pero esa había sido una de las peores, no sabía por qué saber que ella se casaría me dolía mucho, tanto que quería llorar, mi corazón se sentia nuevamente triste y yo no sabía qué me pasaba. Entre a la habitación y así como abrí despacio, cerré sin hacer tanto ruido, me senté en la cama procesando todo, ¿tengo que irme dentro de dos meses? Sí, no podía estar aquí con ella y con esa persona que se casara.

- ¿Por qué no me dijo? - susurre - ¿Por qué me trajo aquí?

Era más fácil decirme y cambiarme de hospital, había salido de ese infierno para meterme en un lugar que no estaba prepara para asimilar. Me acosté viendo a la ventana y sentí como una lágrima rodaba por mi mejilla, la limpie rápidamente, pero no sirvió de nada, la siguiente venía aún más rápido y al fin de unos segundos estaba llorando sin cesar. Ahogaba mis hipos con la almohada, no quería que nadie me escuchara, ¿por qué baje? Debí quedarme en la habitación.

- ¿Lili? - ella estaba del otro lado.

- Pasa - ¿por qué toca? Esta es su casa.

Antes de que entrara limpie mi cara hasta sentirla arder, no quería que viera que había llorado, no quería que estuviera haciendo preguntas, porque mis sentimientos ahora estaban confusos.

- ¿Estás bien? - asentí.

- Quería decirte que - suspiro - lo siento por no venir temprano, mi padre llego y me quito mucho tiempo y luego bueno, me quede dormida - miente, ella estaba en otro lugar - es por eso que no vine rápido.

Justicia (proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora