Lili Anderson

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- Pequeña zorra - era él - ¿pensaste que ibas a escaparte de mí?

Mi voz no quería salir, mi cuerpo temblaba y sentía que me iba a desmayar.

- Muévete que nos vamos - llego otro.

Comencé a moverme sin siquiera controlar mi cuerpo, yo era presa de mi propia mente, y lo único que podía hacer, era pedir y rogar que alguien llegara, todo estaba oscuro, solo estaba la pequeña luz que salía de los monitores que aún tenía conectado. Ellos al mirar que estaba conectada no dudaron en arrancar la pequeña aguja que tenía en mi brazo, la sangre salí del pequeño punto que quedo ahí, las máquinas comenzaron a hacer mucho ruido, fue cuando recordé el botón de emergencia.

Sin que ellos lograran verme, presione el botón mandando alerta a las enfermeras, pero mi plan había sido descubierto, alguien que no tenía en cuenta me había visto.

- Jefe, toco ese botón - le informo.

- ¿Así que si eres lista? - un golpe en mi pómulo derecho - cuando el mero, mero se entere, te va a ir como en feria.

Comenzaron a sacarme casi arrastrada del lugar, pasamos por una sala, no había nadie, y cada pasillo estaba desierto, hasta que llegamos a casi la entrada, gritos de auxilio llegaron a oídos de los guardias del hospital, y al poco tiempo luces rojas y azules fuera del hospital me dejaron cegada.

- Alto - grito un hombre con una arma - suelte a la chica y retroceda.

Me apunto con un arma en la cabeza y mi cuerpo en ese momento me fallo, casi me caí de sus brazos, mi cabeza se sentía tan fría que dudaba que era un arma y no un cubo de hielo, «no podemos regresar con él» mi interior tomo el control, comencé a forcejar con uno moviendo mis hombros, dejar caer mi peso, aunque no hiciera diferencia porque él me tenía bien sujeta.

- Si no nos dejan ir, la mataremos - dijo fuerte el que me apuntaba.

Todo fue tan rápido, un sonido ensordecedor, un montón de gente corriendo a mi dirección, gritos y gritos, mi cuerpo cayó impactando mis rodillas con la dura y helada cerámica del hospital. Alguien llego antes de que mi cabeza impactara de la misma manera, era una enfermera y mi cuerpo se sintió aliviado. Mi vista comenzó a ponerse negra y puntos amarillos, mi pecho dolía y no podía respirar y el gran silencio reino en mi mente.

***********

- No te vayas Lili - la voz era tan lejana - aguanta un poco.

No escuche más.

Mis ojos pesaban y mi cuerpo se sentía como si un carro me hubiera pasado por encima, otra vez el sonido de las máquinas, la luz blanca y el aroma que ya me había acostumbrado.

- ¿Cómo es posible? - era Victoria - no pasaron ni 5 horas que la deje y casi la secuestran otra vez.

- Señora, cálmese - la voz de un hombre sonó - hicimos todo lo posible.

- No, ustedes no hicieron nada - grito - es una chica que fue secuestrada, el hospital debía tomar mejor seguridad - luchaba por mí - y los incompetentes policías, ¿por qué no estaba en su puerta?

- Ellos no pueden estar todo el día en el hospital - le dijo - la señorita Lili aún no ha dado su declaración, y dada la situación de sus padres...

- ¿Me está diciendo que porque sus padres no pueden estar aquí ella no tiene derecho a ser protegida?

- No fue eso lo que quise decir.

- Mire señor director - sonaba tan fría - en cuando ella despierte, quiero su alta en mis manos, no la dejaré un solo día más aquí.

No, yo no podía irme, no ahora, mis padres aún no habían venido, no tenía donde ir, no quería ir a la calle, el aparato comenzó a sonar cada vez más fuerte y constante.

Justicia (proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora