Siempre volver

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Narra Ler

Mi vida ha sido cómoda y sencilla.

Al menos es lo que siempre he escuchado, mi padre me ama, tengo un hermano mayor y una hermana menor, dinero, estátus, poder y el cuerpo para cogerme a las chicas que quiera, eso es probablemente, tener todo lo que me hizo sentír tan vacio.

Mientras escribía en mi tableta un compañero se me acercó, yo tenia 14 años, me sentía un hombre en miniatura, escribía el resto de mi actividad escolar pues deseaba tener la tarde libre para ir a la empresa de papá a visitarlo, me gustaba verlo trabajar, era entretenido, a mi lado Malcolm Smith se acercó, era un adolescente delgado y algo pálido, muchos decían que era por no alimentarse bien, por eso mismo a veces llevaba algo mas de comida para el, la que el buscaba ese día.

Como estas Malcolm?-saque de mi maletín un par de cajas de jugo, le tendió ambas acompañándolos con un recipiente plástico en el cual habían frutas y pancakes, el chico no me dijo nada, solo tomo el tupper y me dejó en la mesa un par de papelitos extraños.

Mi papá los usa y se siente feliz, me regaló algunos y me gustan...te regalo estos...-los papelitos tenían uno un dibujo de un cohete y otro de Mikey mouse.

Gracias -tome los papelitos para poder guardarlos y Malcolm me tomo la mano mirándome con los ojos cristalizados, casi por reflejo giro a ver a otra dirección y luego negó con la cabeza.

Cometelos, uno y luego otro, créeme son ricos-luego de eso solo se fue y yo me quedé intrigado por aquello, guarde esos en mi bolsillo y terminé mis tareas antes de irme a casa, tenía casi por norma no comer dulces en horas escolares, según Dai eso nos hacía tontos y simplemente no me agradaba la idea.

Ya casi al anochecer por fin saque aquellos papelitos mirándolos con detenimiento, eran de el grueso de una cartulina y tome uno llevándolo a mi boca, al incio no sentí nada pero luego todo fue...glorioso ... Eran LSD, una droga ligera pero química, desde ese dia empezó mi peor época, una época en donde ni yo daba un centavo por mi, solo una persona me cuido, bueno, una mas que los demás, una que me abofeteó cada que me veia colocado, la que me llevo al hospital cuando tuve una sobredosis, la que sostuvo mi mano mientras con solo 16 años yo me debatía en la vida y la muerte.

Ahora puedo entenderla, no completamente, solo un poco, por qué ahora soy yo quien sostengo su mano, con las marcas de un pasado tormentoso en mi espalda, ahora aquí en su habitación, con mi hermano frente a mi sosteniendo su otra mano, mirando sus ojos cafés enrojecidos por llorar, la veo con los ojos de cariño, de amor, sus ojos cafés, mismos que tiene Dai, mismos que tengo yo, esos ojos tan nuestros, esos que me miran y me dejan notar dolor.

Lo lamento Ame...lamento no haber estado- su mano esta cálida y me siento feliz por eso, por la calidez de la vida en su pulso.

No es tu culpa Ler... solo...tome de más... lamento haberlos asustado a ti y a Dai -la voz natural de mi hermana era alegre y algo infantil, cuando se enojaba me encantaba pues hablaba más a prisa y parecía un pequeño gatito maullando, pero aquella noche su voz era apagada, pastosa.

Daickner la había obligado a vomitar, su intoxicación alcoholica pasaría al menos un poco con aquello, cuando llegue a casa luego de haber conducido como un loco me encontré a Dai llevándola a la cama, ella se cubría la boca mientas tenia arcadas por reflejo, pues según mi hermano "no tenía más que sacarse, vómito hasta el desayuno de ayer", aún así mire a mi hermana arrepentida, ella era de esas personas que calculan sus actos, por ello era extraño su comportamiento.

Que mas da Ame? Ahora estás bien...agradece que solo fue un poco de agua - Daickner sonrió mientras lo notaba preocupado, no es mentira que el es demasiado sobreprotector con todo, más con la salud de Ameleine.

Ame se digno a solo sonreír y luego nos quedamos charlando algunas trivialidades, no sé cuándo solté su mano, solo se que estaba allí, con mis hermanos y me sentia bien, no había importado la discusión con mi hermano mayor, nadie decía que era mi culpa lo de Ameleine, éramos simplemente nosotros, como cuando éramos niños y jugábamos en el jardín y uno se lastimaba la rodillas así, simple y llanamente como los hermanos que eramos.

demoramos algunas horas hasta que el cansancio le ganó a Ameleine y se quedó dormida, Dai y yo nos miramos entre ambos, sabíamos que cuidaba que no tuviera algún golpe extraño y solo cuando nuestra hermana estuvo dormida profundamente nos permitimos salir.

Donde fuiste? -el último sonido fue el de la puerta de la habitación cerrarse, el pasillo apenas lo iluminaba la luz lunar del exterior y yo me gire mirando a mi hermano cruzado de brazos.

Por allí...no hice nada de lo que arrepentirme -me encojí de hombros metiendo mis manos en los bolsillos de los vaqueros, a pesar de lo que decían no es tan cómodo, solo es mejor que no hacer nada con las manos.

Si te hago un antidrogas? -su primera carta, la de saber que hacía, no era secreto mis adicciones, al menos para la familia (nuestro padre y hermana), había estado por morir varias veces pero para mí era tiempo pasado.

Saldré limpio hermano, estoy sobrio, limpio y espeso - Dai hizo una mueca ante lo último , yo en cambio al ver la deformación de su rostro siempre tan serio no pude evitar reír, una risa limpia que contagio a mi hermano, la misma se detuvo un rato después, Daickner se acercó a mí dándome un par de palmadas en el hombro derecho y camino hasta su habitación dejándome allí.

Sabía lo que significaba "Bien hecho", no el haber vuelto por Ame, siempre lo haría, no por haber respondido (luego de 3 llamadas de ley contestaba la 4, ninguno de nosotros marcaba más de 2 veces), era por no haberme colocado, ante aquello bufé con rastros de una sonrisa traidora y me encerré en mi habitación para descansar.

El reloj marcaba las 2:47 de la mañana cuando entre en la habitación y lo mire en la mesa de noche al lado de mi foto favorita, teníamos clases el día siguiente y llegaríamos trasnochados pero bien, mientras me quitaba la ropa pensaba en lo irónico que era que dijera "clases", ni estábamos obligados a entrar a ninguna, solo éramos los parciales dueños de una escuela en donde no pudimos asistir, éramos legalmente maestros, pero con poder de estudiantes y dueños...un lio demasíado jodido.

Al arrojarme a la cama eran las 2:51, solo usaba boxers y un pantalón de algodón, mi antebrazo derecho estaba bajo mi cabeza y yo sonreí mirando por última vez la foto sobre mi mesa de noche, los 3 de niños, dos caballeros, un rey y una princesa, nuestra familia, y con esa imagen cai en brazos de Morfeo.

JUGUEMOS CORAZON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora