Corte

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El hecho de que haya sangre en mi piscina no es tanto lo que me altera, es por primera vez notar que el agua de esta es ligeramente rosada, están drenando la piscina, no por que haya caído en ella, es por qué alguien más lo hizo

¿Que paso aquí? –Es apenas lo primero que le digo a Carlo cuando llega a mi lado

Han pedido que se limpie –aún mantiene esa aura de caa y tranquilidad, es eso tal vez lo que me hace calmarme de inmediato

Debo mantener la calma, mantenerme tranquila y relajada, es lo primero para definir que paso, no veo policía así que supongo que sera un ajuste de cuenta, todo el jardín está impecable así que solo fue en la piscina y el que no haya marcas o algo roto implica que quien haya muerto o haya sido herido estuvo allí por voluntad, apenas sabiendo esto entro de nuevo en la casa, será inútil investigar algo más pero lo que debo saber es que Dai sin duda sabe que paso.

Al entrar de nuevo mis pasos apenas se escuchan debido a las medias altas que uso, casi caigo al suelo por ello, al parecer está recién pulido... Al llegar por fin a la cocina busco algo de comida acabando por servirme tortitas con un poco de fresas picadas.

Me sorprende que no te cayeras– mientras meto el tenedor en mi boca escucho a Carlo lo que me hace rodar los ojos, algo que no demora casi nada pues este me tiende un vaso con jugo de naranja, el mismo que pruebo anted de dejar de lado y cambiarlo por agua.

–Soy fantástica manteniendo el equilibrio Carlo. –

–te caías de niña, aún hay placas de adhesión en las escaleras en caso de que bajes sin ...–

–ya, ya, ya te entendí – Rode los ojos de nuevo pero ahora sonriendo mientras acababa de comer.

Carlo era un hombre de un poco menos de 50 años, lo conocia desde que tenía memoria, durante un tercio del año la pasaba conmigo, asegurándose de mantener un régimen de alimentación sano, fue allí mientras comía de su comida que me di cuenta que este hombre no tenía  una familia, había vivido por y para nosotros desde  casi sus 30's, pasaba navidad sirviendo en casa, cenando en la mesa de la cocina, a veces bajo insistencia con nuestro padre y nosotros, pero siempre un poco distante, cada cumpleaños horneaba pasteles para nosotros, atendía las pocas fiestas, limpio nuestras primeras borracheras y fue el hombre que me cortó el cabello de forma descente luego que por accidente encontrará unas tijeras. Siempre había estado allí... O al menos yo sabía dónde estaba siempre...

Carlo... No tienes familia?– mi pregunta pareció descolocarlo pues de inmediato note su espalda ponerse rígida, nisiquiera se giró, siguió batiendo algo en un recipiente antes de ponerlo en la batidora automática

No señorita, no tengo una familia – su tono de voz había cambiado un poco y eso me resultó extraño en el, deje de comer mirando al hombre, me sentía extraña, tal vez culpable, siempre había estado allí, cada fecha especial y ahora es que pensaba que aquellas también debían ser especiales para el, tal vez jamas lo habían sido... por mi culpa.

Esposa? Una madre? Un pa...–

Un profundo NO corto el aire y lo que estaba diciéndole, jamas había escuchado su voz elevarse o notarlo enojado, no sabía que tan delicado era el tema pero decidi darlo por terminado.

No pude comer luego de aquella pequeña conversación, el ambiente en la cocina era tenso, parecía que podía ser cortado como los vegetales que carlo cortaba, removi incomoda la cómida, era deliciosa pero simplemente ya no podía, acabe por rodar el plato delante de mí, aquel sonido hizo que el por fin se girara, tenía rastro de que estaba por llorar.

Sus ojos, parecían dos cristales a punto de romperse en mil pedazos, mi impulso fue ir hacia el y abrazarlo pero este me observó antes de señalar una cebolla morada

JUGUEMOS CORAZON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora