MOON.

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POV'S ABIGAIL.


Mi vida no ha sido mala, creo que, ni siquiera he sentido lo que es no comer. Mis padres han tratado de darme la mejor vida a pesar de que hemos vivido en Las Almas desde que soy una niña. Y ni siquiera con el cartel acabando con las vidas de seres humanos como si fueran polvo han querido detenerse o tener miedo. Aún así, he decidido entrar al ejército. No sé si es la mejor idea o si verdaderamente por hacer esto habrá un cambio o ayudaré a mejorar nuestra situación en la ciudad. Pero ya es muy tarde para echarse para atrás, los papeles están en regla y he hecho las maletas.


Madre de Abigail: ¿Estás nerviosa, cielo? - Mamá ha tenido sus dudas desde que le dije que quería enlistarme en el ejército, según ella ¨ser mujer en el ejército es una mala idea por donde sea que se vea¨. Pero cambiar de idea ya era tarde.


Abigail: Pues, lo normal ma'. Digo, tampoco me voy tan lejos, simplemente estaré en la base militar de Las Almas ama, no se me preocupe.

Sonríe, tratando de creer mis palabras. De procesarlas como cuando salí del clóset o cuando le dije que me habían aceptado en el ejército, si soy sincera, no sé cómo aguanta tanto esa señora. Papá entra, poniéndose a un lado de mi madre, en diferencia a él le ha dado tanto gusto que su única hija a decidido ser militar. Pero ahora, con la idea de que me tengo que ir, lo noto nervioso.


Padre de Abigail: Si, si. Estarás aquí en Las Almas, pero a cuatro horas y media de nosotros, hija. Entiende a tu madre y a mi. Eres nuestra hija, la única.

Abigail: Lo sé, pa. Pero solo no los veré durante seis meses - Digo, tratando de no sentir un dolor en el pecho por dejarlos. Sí, amo la idea de estar en la milicia pero, mis padres son mis padres.


Padre de Abigail: Aquí te veremos en seis meses, entonces. Échale un chingo de ganas y no dejes que te joda nadie, mija. Eres capaz de lograr tanto como desees. Acuérdate, no es que nada sea imposible, sino ¨no posible¨. - Lo abrazo, tratar de no llorar por dejar de verlo es más difícil de lo que imaginé, han sido tan buenos padres en los 22 años que tengo de vida que ni siquiera me puse a pensar en que costaría tanto dejarlos. Mamá llora, yo también al final. Pero debo hacerlo.

Mi camioneta Bronco está fuera, papá me ayuda con las maletas y me despido una vez más de los mejores padres del mundo. Poniendo rumbo a lo que será mi vida durante el resto que me quede, una militar que sobresaldrá para cuidar a sus padres. Alguien que logrará cosas excepcionales.
Paro a la hora y media de mi viaje, en una gasolineria. Beber agua no vendría mal, delante de mi se encuentra una motocicleta clásica poniendo gasolina, una mujer. Con solo ver su físico llama mi atención, no puedo ver su rostro pero carajo, qué cuerpo. Decido dejar de distraerme con las curvas de aquella mujer y entro a la tienda, escuchando que la mujer viene detrás de mi. Tomo mi bebida y alguna golosina que me encuentro yendo a pagar, viendo a la mujer de frente entre los pasillos. Puta madre, odio las malas palabras. Pero, ¿cómo explicar que esa morena es tan guapa que duele, literalmente, verla? Ella pasa de mi como si no existiera y se dirige a pagar primero.


Vendedor: Hace chingo no te veía por aquí Valeria, ¿pos qué chingados pasó? - Se llama Valeria, eso fue lo único que escuché.

Valeria: Wey la neta ni pinches ganas de contarte qué verga pasó. Solo volví a Las Almas hace poco después de la mamada que pasó. Me quedo solo por que no tengo a otro perro lugar al que ir. - Putísima madre, esa voz. Habla con tanta autoridad que me sentí más pequeña de lo que en realidad soy. Por que de por sí, ella es aún más alta que yo.

Ella continúa hablando con el vendedor hasta que sale, en algún momento, de la tienda.

Vendedor: Oye mija, tas bien? - Reacciona, estás en casi medio de la nada haciendo el puto ridículo por una mujer.

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora