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—¿Estás seguro de que no necesitas ayuda con nada más? —preguntó Zhan, observando el desorden de bolsos, cajas y bolsas de basura negras que contenían todas las posesiones de Kun, aparte de las que se habían quedado en su anterior dormitorio.

—No, de verdad, estoy bien. Gracias de nuevo por ayudarme con la mudanza.

Zhan tenía un auto, y él y su novio Yibo habían insistido en ayudar a Kun a mudarse al otro lado de la ciudad, lejos de la residencia de estudiantes de la que había estado tan agradecido de escapar. Esta habitación en una casa compartida era su nuevo comienzo para el trimestre de verano.

—No es ninguna molestia —Zhan sonrió.

—Es tan extraño pensar que esta solía ser mi habitación. Parece que fue hace siglos que me mudé —Yibo se paró al lado de Zhan, mirando alrededor de la habitación mientras Zhan deslizaba su brazo para rodear los hombros de Yibo.

—Siete meses —Zhan besó la sien de Yibo, su rostro lleno de afecto.

Verlos juntos hizo que el corazón de Kun se estrujara de anhelo. No porque le gustara Zhan –aunque debía admitir que tenía un pequeño crush–, sino porque quería lo que ellos tenían.

Quería un novio.

—Supongo que nos iremos, entonces —dijo Zhan—. Dejaremos que te acomodes. 

—Está bien —Kun se ajustó las gafas que se le resbalaban por el puente de la nariz. Estaba acalorado y sudoroso después de subir dos tramos de escaleras cargando bolsas y cajas pesadas—. Gracias de nuevo. 

Zhan frunció el ceño mientras estudiaba la expresión de Kun.

—Oye —dijo en voz baja—. Estarás bien aquí. Yuchen puede ser un poco imbécil a veces, pero los demás son agradables.

Tenía el estómago revuelto a pesar de las palabras tranquilizadoras de Zhan. Kun había visto brevemente a sus nuevos compañeros cuando había echado un vistazo a la casa hacía un par de semanas, pero en realidad no conocía a ninguno de ellos; ni siquiera conocía muy bien a Zhan. Sin embargo, confiaba en el criterio de Zhan. Zhan había sido amable cuando Kun estaba necesitando un amigo, y también lo había ayudado a encontrar un lugar donde vivir. Si Zhan decía que estaría bien aquí, Kun le creería.

—Mándame un mensaje si necesitas algo, ¿sí? Y nos vemos pronto —Zhan se acercó y arrastró a Kun en un abrazo. Kun le devolvió el abrazo sintiéndose un poco incómodo. No estaba acostumbrado al contacto físico y, aunque lo ansiaba, la cercanía de Zhan lo puso inquieto.  

—Gracias —murmuró en el hombro de Zhan.

Cuando Zhan lo soltó, Yibo también abrazó a Kun y le dio un beso en la mejilla. 

—Cuídate.

Cuando se fueron, Kun cerró la puerta tras ellos. Respiró hondo, volteó y observó su entorno.

Era un caos absoluto. Con sólo mirarlo, a Kun se le subía la tensión. Además, la habitación estaba caliente y era sofocante. Arrugó la nariz y percibió el leve aroma del humo de cigarrillo, junto con otro olor más penetrante que Kun no supo identificar. Era evidente que Haoxuan, el anterior inquilino, había ignorado las normas de la casa sobre no fumar en espacios cerrados.

Kun abrió la ventana de par en par, dejando entrar una ráfaga del aire fresco de abril, y luego se sentó en el borde de la cama con un bloc de notas y un bolígrafo. Escribió una lista con letra pulcra y precisa.

     desempacar
     ir al supermercado  (Para eso necesitará otra lista)
     comer
     llamar a casa

action figure    ؛    𝗸𝘂𝗻𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora