Cuando llamó a la puerta de Ten el domingo por la noche, Kun estaba nervioso. No estaba seguro de qué esperar de la velada, y eso lo sacaba de su zona de confort. En sus sesiones de los viernes, Kun sabía lo que le esperaba: una tutoría de matemáticas y a continuación lo que Ten tuviera que enseñarle. Siempre lo habían acordado de antemano.
Pero esta noche era diferente. Kun no estaba seguro de dónde estaban los límites.
Ten era el mismo de siempre cuando lo dejó entrar.
—Hola —le dio un beso en la mejilla, un beso amistoso, cariñoso, pero nada más. Aún así, hizo que las mariposas estallaran en el estómago de Kun—. Entra. ¿Estás listo para cocinar?
—Sí.
—Espero que tengas hambre. Parece que las porciones van a ser enormes —Ten abrió la puerta de la cocina y Kun lo siguió.
La habitación tenía exactamente la misma distribución que la cocina de Kun. El propietario era el mismo, supuso, y las casas debían de haberse reformado juntas. Al igual que la cocina de Kun, estaba llena de gente preparando comida. En una casa de seis personas, era raro tener la cocina para ti solo a menos que cocinaras a horas inusuales. Otros dos tipos se disputaban la cocina, uno friendo tocino y el otro calentando algo en una sartén.
—Estos chicos terminarán pronto —dijo Ten—. Aunque podemos empezar a picar cosas mientras esperamos.
Los chicos se giraron al oír la voz de Ten. Uno era alto, de pelo castaño ondulado y ojos oscuros: Yixing, el tipo que había dejado entrar a Kun la última vez que vino. El otro era más bajo y corpulento, con pelo rojo arenoso que era una pálida imitación del rojo brillante de Ten.
—Chicos, este es Kun. Kun, Yixing y Zhaolin.
—Hola —dijo Kun.
Murmuraron un saludo, parecían amistosos, pero no se esforzaron por charlar. Habían estado hablando entre ellos cuando entraron Kun y Ten, y volvieron a su conversación, que parecía tratar sobre las diferencias de distintas marcas de cerveza.
—Me gustan las mexicanas —decía Yixing—. Definitivamente saben mejor. Algunas de las italianas también están buenas.
—Amigo, todas saben igual —Zhaolin negó con la cabeza—. En serio. Te reto a que distingas cualquiera de esas de una marca propia de supermercado en una prueba de sabor a ciegas.
—De ninguna manera. Las más caras saben mejor.
—Mierda, que no.
—Sí, saben mejor —insistió Yixing.
—¿Listo para preparar la comida? —Ten le sonrió a Kun.
—Claro, déjame lavarme las manos primero.
—Oh, sí. Buena idea. Probablemente yo también debería hacerlo.
Se lavaron las manos juntos, turnándose para enjuagarse bajo el grifo.
Hecho esto, Ten empezó a sacar ingredientes del refrigerador y los gabinetes. Cuando lo tuvo todo reunido, parecía un montón de comida.
—Vamos a hacer un salteado de carne y brócoli —Ten le dio una receta impresa a Kun. Parecía bastante sencilla—. Toma, empieza por cortar esta cebolla mientras yo lavo el pimiento rojo y pelo el ajo y el jengibre —le dio una tabla de cortar y un cuchillo de aspecto peligroso.
Kun trató de recordar cómo le habían enseñado a cortar cebollas en la escuela por un curso de cocina. Hacía años de eso, y recordaba que se había cortado gravemente un dedo en el primer minuto de la parte práctica y se había perdido el resto de la clase porque lo habían enviado a la enfermería del colegio para que lo vendaran.
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action figure ؛ 𝗸𝘂𝗻𝘁𝗲𝗻
FanfictionAdquirir experiencia con el chico de al lado parece ser una gran idea. Pero, ¿y si las líneas se vuelven borrosas?