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Al salir del centro de salud bajo el sol acuoso de abril, Ten le abrió la puerta a Kun, que le dedicó una tímida sonrisa.

Se detuvieron en la acera. Había llovido antes y el suelo seguía húmedo. Ahora el cielo era azul pálido entre manchas de nubes grises y blancas. Las gaviotas chillaban en lo alto y la brisa arrastraba sus estridentes voces.

—¿A dónde quieres ir? —Ten estaba deseando pasar un rato con Kun y conocerlo mejor.

—¿A la cafetería del comité de estudiantes? —la brisa levantó el pelo oscuro de Kun, despeinándolo, y se apartó el flequillo de los ojos.

—De acuerdo.

Estaba a sólo cinco minutos a pie y era uno de los sitios más baratos de la zona. Mientras caminaban, Ten preguntó: —Entonces, ¿quieres empezar tus... clases conmigo este fin de semana? —intentó sonar relajado.

Kun se encogió de hombros.

—¿No crees que deberíamos esperar a los resultados de los exámenes? Aunque podría volver a ayudarte con las matemáticas.

Ten pensó que se moriría de frustración sexual si tenía que aguantar otra sesión de tutoría con Kun, sin ninguna promesa de más al final de la misma.

—No necesitas los resultados de los exámenes para masturbarte. Podríamos empezar por ahí —miró de reojo a Kun, que mantenía la mirada fija en el camino frente a él—. Y más besos, por supuesto, si quieres.

Kun volteó la cabeza entonces y se encontró con la mirada de Ten como si comprobara algo en su expresión. Ten no estaba seguro de lo que Kun estaba buscando.

—Sí —dijo Kun con firmeza—. Sí. Creo que necesito más práctica en eso —volvió a mirar al frente, pero una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.

—Lo has hecho muy bien para ser un principiante —dijo Ten.

Otra tímida mirada de reojo de Kun, y Ten sonrió.

—Gracias —Kun le devolvió la sonrisa y sus mejillas se sonrosaron—. Así que, sí. Este fin de semana suena bien. ¿Cuándo estás libre?

—No tengo planes. ¿Qué tal el viernes por la noche? —no es que Ten estuviera impaciente ni nada de eso.

—Claro. ¿Matemáticas y luego pajas? —la voz de Kun era completamente seria, pero Ten no pudo mantener la cara seria.

—Sí, supongo. Sería un poco deprimente pasar del sexo a las matemáticas. El sexo puede ser la recompensa después de tanto estudiar —se rió entre dientes.

—Pero para mí el sexo es el estudio. Entonces, ¿qué obtengo como recompensa?

—Hmm. Eso es complicado. Bueno, supongo que si me masturbas primero, tu recompensa será correrte después —un calor recorrió la espina dorsal de Ten ante ese pensamiento y su polla se engrosó.

—Me parece justo —la voz de Kun estaba un poco estrangulada.

Un movimiento en la visión periférica de Ten lo hizo mirar y atrapar a Kun acomodándose. Ten se alegró de no ser el único afectado por la conversación: unos intensos preliminares verbales, y tenían otros dos días antes de poder seguir adelante. Pero saber que tenía que esperar lo hacía aún más excitante.

Llegaron al centro de estudiantes y se dirigieron a la cafetería. Estaba bastante concurrida, pero había algunas mesas libres, así que fueron a ocupar una.

—¿Ya sabes qué vas pedir? —preguntó Ten—. Aún no estoy seguro de qué quiero, pero puedo ir a pedir por los dos si estás listo.

—Sí. Quiero un batido de chocolate, por favor —Kun sacó una silla y se sentó.

action figure    ؛    𝗸𝘂𝗻𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora