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Ten estaba arrastrando la aspiradora por las escaleras cuando se encontró con Feifei que venía en dirección contraria.

—Carajo, es la primera vez —dijo Feifei mientras se apartaba al rellano para dejarle pasar.

—Gracias —jadeó cuando llegó arriba y dejó la pesada aspiradora en el suelo—. Y vete a la mierda. A veces paso la aspiradora por mi habitación.

Ella arqueó una ceja oscura.

—Sí, como aquella vez que se te cayó una bolsa de Doritos al suelo cuando estabas molesto y pasaste sobre ellos en la noche.

—Pues sí. Como aquella vez —la fulminó con la mirada. La memoria de Feifei era demasiado buena.

—Mejor una vez -perdón, dos- que nunca, supongo —ella sonrió y Ten se ablandó. Era difícil estar molesto con Feifei durante mucho tiempo—. ¿Cuál es el motivo? ¿Una cita caliente?

Ten dudó un poco antes de contestar.

—No, sólo estoy ayudando a un amigo con un trabajo.

—Un amigo —no parecía convencida—. No sueles limpiar para los amigos.

—Bueno, ya sabes. La suciedad en mi piso se ha convertido en algo crítico, así que...

—De acuerdo, entonces. Diviértete con tu amigo —pasó junto a él y empezó a bajar las escaleras.

Ten no estaba seguro lo divertida que sería una tarde de estadística, pero sería mejor en compañía de Kun que batallando solo.

—Gracias —dijo a la espalda que se alejaba—. Lo haré.

A las dos en punto, la habitación de Ten era casi irreconocible. No estaba a la altura de los estándares de limpieza y orden de Kun, pero no era el usual campo de minas de Ten, de ninguna manera. Es cierto que había escondido un montón de ropa sucia y otras porquerías debajo de la cama, pero a primera vista se veía bastante bien. La cama estaba hecha; no con sábanas limpias, eso era ir demasiado lejos, pero las mantas estaban rectas y había despejado el espacio suficiente en su escritorio para que trabajaran dos personas. Y lo más sorprendente de todo es que podía ver los trozos de alfombra que no estaban cubiertos por los muebles.

Ten se echó hacia atrás y observó su trabajo. Se veía muy bien así. Quizá debería esforzarse un poco más por mantenerlo ordenado incluso cuando no estaba intentando impresionar a alguien.

No estaba del todo seguro de por qué se había esforzado tanto, pero Kun parecía tan meticuloso y organizado. Ten no quería que descubriera que era un desastre y se desanimara antes de que empezaran con algo sexual.

Por Dios. El corazón le latía con más fuerza al imaginarse cómo podría ser. No estaba del todo seguro de lo que había pasado ayer y, sinceramente, no tenía intención de ofrecer sus servicios como experto sexual cuando se apresuró a ir a casa de Kun. En realidad, no había estado pensando mucho, más allá de querer advertir a Kun de que su perfil de Grindr sería como catnip para los depredadores más espeluznantes de Internet, y sugerirle que tal vez debería suavizar un poco todo eso de "virgen que busca experiencia". Luego había abierto la boca y había dicho cosas sin pensar –eso le pasaba a menudo– y lo prometió.

Un acuerdo entre caballeros, como Kun lo había llamado.

Las cosas que Ten se imaginaba haciéndole a Kun no eran muy caballerosas, pero mejor Ten que algún asqueroso de Grindr. Pasara lo que pasara, se iba a asegurar de que Kun disfrutara. Las primeras veces de Ten para todo habían sido con alguien que le gustaba, alguien en quien confiaba. Quería ser esa persona para Kun.

action figure    ؛    𝗸𝘂𝗻𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora