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Kun levantó la cabeza de su teléfono cuando sonó el timbre, apenas audible para él en el último piso. Estaba en medio de una incómoda conversación con alguien llamado daddypigg_xx que no dejaba de insistirle en "besar su dulce culo virgen", a pesar de que Kun ya había rechazado su oferta.

Claro que Kun buscaba experiencia, pero había pensado más bien en besuqueos y una paja, con la posibilidad de pasar al oral con el tiempo.

No estaba seguro de la ética de Grindr, pero pensó que debía bloquear a este tipo que obviamente no iba a aceptar un no como respuesta. Pero no quería parecer maleducado y hacer enfadar a daddypigg_xx. Por desgracia, estaba a sólo trescientos metros de distancia, y Kun se estaba preguntando qué tan conveniente había sido mostrar su cara en su perfil.

El timbre volvió a sonar.

Kun suspiró exasperado. Era un fastidio estar en el último piso. Estaba seguro de que había alguien más en la casa.

Abrió su puerta y empezó a bajar las escaleras, pero el sonido de voces le indicó que uno de sus compañeros de piso se le había adelantado al final.

—Necesito hablar con Kun —la voz era jadeante y urgente.

Kun reconoció inmediatamente el acento tailandés y su corazón se aceleró: el guapísimo Ten, el vecino de al lado. Se sonrojó al recordar su último encuentro, pero había sido muy amable por parte de Ten entregar el consolador en persona y ahorrarle a Kun el estrés de preguntarse quién había abierto el paquete.

—Oh, claro. Creo que está dentro. Sabes dónde está su habitación, ¿no? —fue la respuesta de Hendery.

—Sí.

Kun se detuvo en las escaleras.

¿Qué demonios quiere Ten?

No es que Kun se quejara de volver a verlo, pero la visita era inesperada. Se dio la vuelta rápidamente y volvió a su habitación, pero dejó la puerta entreabierta para Ten. La pantalla de su teléfono parpadeaba con otro mensaje de daddypigg_xx, así que cerró la aplicación y se pasó las manos por el pelo, deseando haberse aplicado algún producto después de haberse duchado. Estaba hecho un desastre.

Un golpe llamó a su puerta.

Kun levantó la vista y vio a Ten parado en la puerta. Llevaba pantalones cortos y una camiseta, y estaba descalzo. Tenía unos pies bonitos, tan pálidos que se veían claramente las venas azules, y tenía las uñas limpias y bien cortadas.

—Yo, eh... salí con prisa —dijo Ten.

Kun se dio cuenta de que estaba mirando los pies de Ten, así que arrastró la mirada hasta su cara.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

Kun cayó en cuenta que el saludo era extrañamente formal en cuanto lo dijo. Eso era lo que pasaba cuando hablaba antes de pensar lo que iba a decir.

Ten se le quedó mirando, con el ceño fruncido y claramente incómodo, pero Kun no tenía idea de por qué. Ten tenía las manos vacías, así que obviamente no había recibido más juguetes sexuales para Kun.

Entonces, ¿a qué se debía esa incomodidad?

—Esto es incómodo —dijo finalmente Ten.

—¿Otra vez? —Kun enarcó las cejas.

Algo se relajó entonces en las facciones de Ten, y soltó una fuerte carcajada.

—Mierda... sí. Mira, puede que no sea de mi incumbencia. De hecho que no es asunto mío, así que siéntete libre de mandarme a la mierda, pero he encontrado tu perfil de Grindr.

action figure    ؛    𝗸𝘂𝗻𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora