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El sonido de los motores calentando podía escucharse a medida que ibamos acercandonos al lugar.

Me erizaba la piel.

Observé por la ventanilla el paisaje lleno de luces, gente y claro, la pista llena de autos.

Mire en mi teléfono el número de Haerin, pensando en si habría llegado a casa a salvo...

Abrí su chat y decidí escribirle.

"llegaste bien?"

En solo cuestión de segundos recibí una respuesta.

"👍👍👍"

Sonreí inconscientemente.

"Si quieres invitarla algún día solo asegurate de que su papá no sea policía" Jake advirtió sacando mi vista del celular, estaba buscando un lugar donde estacionar.

"¿Qué?" Traté de disimular

"A tu novia" sonrió "Si quieres traerla debes saber que es de confiar, no necesitamos más problemas" giró el volante con una sola mano.

"Es mi amiga" aclaré

"Claro" rió sarcástico.

"No soy como alguien que conozco" puse énfasis en la cuarta palabra "Yo si puedo ser amigo de una mujer..." reí molestandolo y me crucé de brazos.

Jake bufó divertido dandome una mirada rápida.

"Tienes razón" devolvió la vista al frente "Jamás serás tan genial como yo" me despeinó con su mano libre y me safé de su agarre.

"De todos modos, si quieres traerla preguntale a Jay primero"

Suspiré pesado, mi sonrisa se borró.

"Ya estoy cansado de las reglas de Jay..." me dejé caer sobre el asiento.

"Puede ser algo intenso..." apagó el auto "Pero gracias a él tienes casa y comida..."

¿De que me sirve si no puedo hacer lo que verdaderamente quiero?

A veces llegaba a pensar que Jay me odiaba, era frío y estricto, peor que mi padre, creo que ni él fue así conmigo.

Solíamos charlar sobre todo, lo ayudaba a reparar su auto y reíamos por cualquier estupidez, era como mi hermano mayor.

Un día cambió rotundamente y nunca más fue el mismo...

Desde hace unos años ya ni me miraba, evitaba hablarme cada que podía y solo se dirigía a mi para darme órdenes o informarme sobre algo.

Parecíamos extraños.

No podía salir de casa por la noche sin ellos, no podía conducir, no podía beber, menos fumar, no podía tener tantos amigos.

Era como vivir en un monasterio.

Cumplí la edad que Jungwon tenía cuando empezó a competir y estaba ansioso por tener mi propio auto...

Pero Jay se negó.

¿Había hecho algo? ¿Lo había hecho enojar? ¿No confiaba en mi o no creía que tuviera talento?

Me ahogaba en esas preguntas todos los días.

Y no entendía, realmente, no entendía porque yo era el único que no podía hacer lo que ellos hacían, porque me trataba así, porque no podía mirarme a los ojos ni hablar conmigo...

"Ahí está Sunoo, vamos" Jake señalo con la cabeza.

Suspiré saliendo de mis pensamientos y bajé del auto, los gritos de emoción llenaron mis oídos, la carrera había empezado...

Race of Fate | ENHYPEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora