Capítulo 9

3.2K 298 475
                                    

Let It Be - The Beatles

—¿No piensas contestar?

Me levanté un poco de la cama y miré el techo de la habitación. Leandro estaba sentado a mi lado, mirando el móvil que estaba entre nosotros, sonando y dejando una pálida luz.

—No.

Aunque no le vi, imaginé que puso los ojos en blanco.

—Entiendo que estés enojado, Cárter. De verdad, seguro fue una patada en los cojones.

—No importa —me seguí negando mientras miraba el techo, inexpresivo.

—Claro que importa, se nota que sí. Sería bueno que salgamos, es domingo. Siempre hay algo que se puede hacer hoy.

—No tengo ganas de hacer nada.

—Vamos, Cárter. Mañana es lunes, no existe nada mejor que despertar un lunes con resaca y arrepentido.

Apoyé un codo sobre la almohada y le miré, con el puño apretando mi mejilla. Podía sentir el calor de mi rostro. Desde que vi la entrevista de Dagen Cardi, no podía dejar de pensar en ese específico momento en el que acepta los comentarios sugerentes del entrevistador. Cómo en unos segundos en pantalla parecía tener más química visual con un chico que apenas conocía.

Esas cosas dolían, aunque no eran intensas o eternas. Dolían porque creer algo, aunque solo fueran unas horas, siempre estaba acompañado de algo que nadie nunca podría describir. Cuando esa creencia se caía, dolía. Nunca importaba la intensidad o la profundidad, solo el haber caído a la realidad.

Me acordé cuando tenía quince años y en clases de literatura estaba seguro que mi compañero de mesa era gay, tanto que me imaginé besándolo. Se llamaba Jonathan, tenía lentes y algo de acné en las mejillas. Estaba seguro de que algún día podía tener el valor suficiente para besarle, pero un día caí a la realidad porque lo vi besándose con una chica. No era algo que me dolió lo suficiente, pero sí lo necesario para dejarme una pequeña marca de inseguridad.

Son como los recuerdos eternos, marcas y cicatrices de la mente. Las inseguridades siempre se quedan. Todos lo tenían. Como Eric que no podía caminar y el ser rechazado por ello se convirtió en un peso que tenía que cargar. Y Leandro tenía muchas inseguridades y la única forma de silenciarlas era haciendo chistes o intentando ser encantadoramente tonto.

—No quiero despertar arrepentido o con resaca —le dije en voz baja.

Apoyó su mano en mi hombro y asintió.

—Te prometo que tú serás el que menos arrepentido despertará.

—¿Por qué dices eso?

Se encogió de hombros.

—Tengo un don para saber estas cosas.

—¿Dónde tienes planeado ir? —le pregunté queriendo cambiar de tema.

—A un bar gay.

—Tú no eres gay.

—Puedo serlo por una noche para que te sientas mejor.

—Un bar gay es para hombres gay —apostillé.

—No me van a hacer un análisis de sangre para saber eso.

—Gracias, pero no —me negué—. Está en contra de mis principios llevarte a un lugar así. Ni siquiera llevaría a Eric.

—¿Por qué?

—Leandro, se llama bar gay por algo. No es una reunión de minorías. Además, ya te lo dije. Estoy bien. No es nada.

—Claro que lo es, Cárter —insistió—. Un estúpido fingió estar interesado en ti para después negarte en Internet. Eso es un golpe bajo.

El sol que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora