Capítulo 16

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Find My Way - Frances & Simone

La película era un drama sobre dos gais enamorados. Dagen Cardi la había elegido especialmente para nosotros. Me dijo que pasó días buscándola en algún cine cercano. Aunque el idioma era extranjero, tenía subtítulos y Dagen a veces me susurraba lo que decían los protagonistas.

Aunque la sala de cine estaba vacía, mantuvimos las normas de silencio cuando la película comenzó. El único ruido que hacíamos era el de las palomitas siendo masticadas o los susurros de Dagen Cardi.

—No, no quiero vivir así —me susurró Dagen al oído, leyendo los subtítulos de la película—. Quiero tenerte cerca, no quiero perderte por ella. No quiero ser el extra de tu vida.

En la pantalla se veía a un chico con los ojos rojos y el cabello húmedo por la lluvia.

—Perdón. No sé qué quiero, pero te juro que tú eres lo que más...

—Amo —completé por él, leyendo los subtítulos—. Pero esto no es vida. No cuando soy un secreto.

Dagen se acercó un poco más. Sentí su cabello uniéndose al mío.

—Lo lamento —continuó Dagen, con el diálogo del otro chico—. No te vayas. Te juro que...

—Siempre me juras promesas, pero solo son eso y se quedarán como eso. Nunca serán algo más que...

—Por favor. Quédate. Tú sabes que no me gustan las mujeres, ella es...

—Ella tiene algo que yo no, ¿verdad? Con ella puedes tener una vida plena y conmigo un sucio secreto.

Dagen sonrió cuando dije el diálogo.

Le devolví la sonrisa, silencioso.

—Perdón.

—No quiero tenerte cerca nunca más.

—La dejaré.

—Como las otras diez veces que me lo dijiste —leí en susurros—. Si tengo que elegir entre estar contigo o estar bien conmigo mismo, me elijo a mí mismo. Solo a mí. Solo yo.

El chico del que leía los diálogos salió corriendo, pero el otro no lo detuvo.

—Mucho drama —se quejó Dagen a mi lado, dejando de leer los subtítulos.

—Algunos tienen fetiches con esas cosas.

—Pero es muy cliché, ¿no? —me dijo—. Es como si a los gais nos hubieran dado una maldición al nacer de tener una vida amorosa de mierda. En las películas, si no hay una mujer de por medio, hay una enfermedad sexual. Es como... un fetiche heterosexual.

—No lo sé. Para mí está buena.

—Es buena para alguien que solo vio cuatro películas de gais —me señaló.

—Eso no es verdad —me quejé.

—Te escucho. Enumera cuántas pelis de gais para gais has visto. Y no cuentan si son dirigidas por mujeres.

Lo pensé un momento mientras de fondo se escuchaban los ruidos de la lluvia y una canción de piano.

—Tres.

Dagen resopló.

—Y pensar que estoy... en esto contigo —me dijo en voz baja, porque no sabía qué teníamos—. Yo me pasé gran parte de mi vida viendo y buscando películas de gais para gais.

Me reí y volví a mirar la película.

—Si terminan separados, voy a matar a quien la dirigió.

Volví a reírme y mantuve la vista en la pantalla.

El sol que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora